Autor: Albarenque, Francisco Ezequiel
CV: Profesor en Inglés, graduado en la Universidad Autónoma
de Entre Ríos (año 2012).
E-mail: franciscoalbarenque@hotmail.com
Resumen: Este artículo trata sobre la entrada en la escuela
secundaria de ciertas prácticas de mercado que son per se ajenas al
ámbito escolar. Tomando como un caso de estudio el “viaje a
Bariloche”, que en muchas escuelas argentinas se da en el último
año de cursado de la escuela secundaria, este artículo analiza cómo
prácticas de mercado extrañas a la escuela son capaces de permear
el currículum e instalarse en la misma. En el mismo además se
muestra cuáles son las diferentes posiciones que los alumnos,
profesores y directivos tienen ante este fenómeno en particular que
es “el viaje a Bariloche”.
Palabras claves: juventud, escuela secundaria, currículum,
mercado, neoliberalismo.
Abstract: This
article is about the presence of certain market practices in the high
school setting that per se do not belong to the school domain. Taking
as a case study the "trip to Bariloche”, which in many
Argentine schools takes place during the last year of high school,
this paper analyzes how market practices unrelated to the school are
able to permeate the curriculum and become part of it. The same paper
also exposes the different positions that students, teachers and
principals have regarding this phenomenon in particular which is “the
trip to Bariloche”.
Key words: youth,
high school, curriculum, market, neoliberalism.
Introducción
En este artículo me propongo exponer los resultados de un diseño de
investigación realizado entre los meses de mayo y agosto de 2012 en
el marco de la Cátedra Investigación Educativa, correspondiente al
Profesorado en Inglés de la Universidad Autónoma de Entre Ríos.
En este trabajo indago acerca de las significaciones que los
estudiantes de una escuela secundaria céntrica de la ciudad de
Paraná atribuyen a una práctica de mercado, que está presente en
esta escuela (y en la gran mayoría de las escuelas del país), que
es “el viaje a Bariloche”. En esta escuela esta práctica comenzó
como parte del currículum explícito; es decir, era un viaje de
estudios, institucional. A pesar de haber dejado de serlo de iure,
todavía tiene una presencia de facto muy fuerte en la escuela
y en el imaginario de los estudiantes, independientemente de si van o
no. Esto da lugar a diferentes posicionamientos por parte de los
actores del ámbito escolar, y de los estudiantes en particular, en
cuyas significaciones baso este trabajo.
Esta investigación fue realizada en base a
trabajo de campo,
que es “la presencia directa,
generalmente individual y prolongada, del investigador en el lugar
donde se encuentran los actores/miembros de la unidad sociocultural
que desea estudiar” (Guber, 1991:
83). La originalidad del encuentro del investigador con los miembros
que habitan el campo al cual él va se ve remarcada en la “lógica
cualitativa”, ya que “la finalidad
de la investigación cualitativa es comprender e interpretar la
realidad tal y como es entendida por los sujetos participantes en los
contextos estudiados (…)”
(Rodríguez Gómez et al., 1996: 259).
Desde esta perspectiva el objeto de estudio es visto como un sujeto
que es necesario reconocer como tal si queremos llegar a la
construcción de un problema que permita comprender el entramado de
las significaciones que se hacen presentes en el campo. Es por eso
que decidí enmarcar esta investigación en la lógica cualitativa.
Dentro de la pluralidad que esta metodología
cualitativa ofrece, decidí enmarcar esta investigación dentro de lo
que Arnal et al. (1992) denominan “paradigma sociocrítico”. En
esta perspectiva se va más allá del universo de significaciones de
los actores; mediante la construcción de conocimientos, se busca no
sólo hacer aportes al avance científico sino también concretar
alguna acción en juego, incluir la praxis, conocer para emancipar y
guiar la investigación por el interés en la justicia social.
El acceso al campo no se dio en un momento
puntual; todo el trabajo de campo estuvo impregnado por una constante
negociación con diferentes “porteros” (de acuerdo a como
este término es utilizado por Rodríguez Gómez et al., 1996: 105).
Ellos me iban permitiendo acceder a distintos ámbitos educativos, o
a diferentes fuentes de información. Mi primer contacto con un
“portero” fue con una vice rectora, Maria, quien me permitió
formalmente acceder a la institución.
En un principio, encuadré las primeras
observaciones en lo que Rodríguez Gómez et al. (1996: 110)
denominan “vagabundeo”: me dediqué a recorrer los pasillos, los
patios, las escaleras, las aulas. Observé y conversé con los
alumnos durante los recreos, en instancias informales, sin grabadores
ni tomas de nota.
Paso seguido, el encuentro entre el sujeto y el
sujeto/objeto quedó enmarcado en el uso de dos instrumentos de los
cuales el investigador cualitativo hace uso: la “observación”
(de clases y recreos, con toma de notas) y la “entrevista”. Cabe
aclarar que la distinción entre una y otra no es tajante, ya que
toda observación (especialmente si es “participante”, como en
este caso) incluye instancias de diálogo, intercambio de palabras,
los cuales ya pueden ser considerados modos rudimentarios de
entrevistas (Rodríguez Gómez et al., 1996: 222).
A su vez, toda entrevista (especialmente si es “semi estructurada”,
como en este caso), requiere de una descripción del contexto físico,
temporal y social que debe ser tenido en cuenta como un dato más a
ser analizado (Guber, 1991: 205). Especial importancia se le dio a
las entrevistas ya que es en esta instancia en la que de un modo
privilegiado informante y entrevistador hacen uso del lenguaje, que
es la capacidad de crear símbolos, hablar, mentir y también callar
(Díaz, 1991: 169). Las entrevistas tuvieron lugar siempre dentro del
edificio escolar y fueron basadas en una serie de preguntas pre
elaboradas pero sobre todo en la “asociación libre” del
informante. A veces pedí datos “cuantitativos”, pero no por eso
suspendí la mirada cualitativa, lo que me permitió ver que a veces
“los números sí mienten”. Esto se dio, por ejemplo, cuando le
pregunté a un alumno cuántos del total del curso viajaban a
Bariloche:
Entrevistado: (…)
vi que todos iban y me dieron ganas de ir.
Entrevistador:
¿cuántos fueron de tu curso?
Entrevistado: y,
fueron… y, somos veintidós, fueron doce. (alumno
de 6to)
Consideré que esta visión cualitativa acerca de datos cuantitativos
es esencial en una investigación en que se indaga acerca de
prácticas de mercado dado que el dinero, por ejemplo, a pesar de ser
una realidad cuantitativa, es percibido de modo distinto por
diferentes actores sociales.
De las “prácticas de mercado” al “viaje a Bariloche”
Las primeras observaciones, sumadas a inquietudes
previas al acceso al campo, fueron guiando las demás observaciones y
las entrevistas hacia la construcción de un problema relacionado al
currículum y a prácticas de mercado que lo permean, por ejemplo el
“viaje a Bariloche” y “la (fiesta de) Recepción”, que
generalmente en las escuelas secundarias se dan en el último año de
cursado. Es por eso que decidí hacer
observaciones de clases en los cursos de quinto y sexto año (los dos
últimos años de cursado en esta escuela), y realizar entrevistas a
alumnos de estos mismos años, así como a profesores y preceptores
que están en contacto con este segmento del alumnado.
Mediante charlas informales me enteré que el viaje sí existe, pero
no es institucional. Por otra parte, la “fiesta de recepción”,
que tampoco es institucional, se desarrolla dentro del edificio de la
escuela. Me pregunté como investigador: ¿qué clase de existencia
tienen algunas prácticas dentro de una institución cuando las
mismas no son institucionales? ¿Qué relación guardan con el
currículum?
Por charlas informales con alumnos de quinto y sexto, y por lo que
después pude escuchar en las entrevistas, me encontré con que ni al
“viaje de egresados” como tampoco a la “recepción” asisten
todos los alumnos. Algunos alumnos aludieron a falta de presupuesto,
a que “no vale la pena gastar semejante platal” (alumna de
5to año) o que “no vale la pena ir si va solamente la mitad del
curso” (ídem). Por otro lado, algunos de los que sí asisten,
lo hacen porque “todos van” (alumno 6to año) o “para
compartir” (alumno 5to año). Me pregunté como investigador
sobre las diferentes percepciones y significaciones que los
estudiantes tienen acerca del “viaje de egresados” y de “la
recepción”.
Después de realizar las primeras entrevistas,
decidí focalizar la investigación en una de las prácticas de
mercado antes mencionadas, que es conocida popularmente como “viaje
de egresados”, “viaje de estudios” o “viaje a Bariloche”.
Lo que me llevó a esta elección es el hecho de que es
aquí donde de modo más claro se manifiesta la agresividad
del mercado en su intento de permear el currículum, y a la vez es en
donde el currículum es más vulnerable frente al mercado.
Algunas investigaciones han indagado en esta
costumbre que caracteriza a numerosos
grupos estudiantiles desde hace aproximadamente sesenta años. Según
Rocha y Surdo (2004: 8), “Bariloche
monopoliza las elecciones de los futuros egresados”.
Los autores aluden a la discoteca como la principal atracción y
describen este viaje como un “ritual
de iniciación al mundo adulto” (ídem:
15). Asimismo, ellos hablan de los lazos que este viaje crea y/o
refuerza. En la investigación que ellos realizaron, ellos mencionan
que “los padres contratan la empresa
que agrada a sus hijos, la que éstos aconsejan. Los adolescentes
eligen entre las ofertas por los siguientes criterios: (1) Seducción
de promotores y coordinadores (…)”
(ídem: 8). García, (2002: 24), por
su parte, alude al “viaje a
Bariloche” como algo “que resuena en la cabeza de todos los
adolescentes” durante sus años de la secundaria, y que crea en
ellos “fantasía, ansiedad de saber cómo es, qué se vive”
(ídem). El autor, habla además de los procesos
de significación que lleva a los jóvenes a considerar el viaje a
Bariloche como “algo
inolvidable” (ídem: 7).
Eymann et al. (2007), por otro lado, remarcan que “el
viaje a Bariloche” es un rito que marca la finalización de una
etapa y el comienzo de otra; es un “fenómeno comercial que
determinado estrato social vive como ineludible” (ídem: 18).
También mencionan que generalmente “los adolescentes y sus
familias comienzan a esforzarse hasta dos años antes de finalizar la
escuela secundaria para recaudar fondos que solventen sus gastos de
viaje” (ídem: 22). Y remarcan que “[l]o que aparece
también como una constante es la sensación, al regreso, de haber
tenido una vivencia inolvidable para ellos, asumida también como una
despedida de sus compañeros y como una etapa vital” (ídem).
En esta escuela, el “viaje a Bariloche” se da en el marco de lo
que algunas empresas de viajes y turismo ofrecen como “viaje de
estudio/s”, o “viaje de egresados”. Estas empresas ingresan a
la escuela de forma directa a través de los “coordinadores” que
van a promocionar el viaje a las escalinatas de la escuela en
horarios en que los alumnos salen de la misma y convocan a reuniones
que se realizan dentro del edificio escolar. Cabe destacar que la
escuela facilita el espacio para estas reuniones; incluso la votación
de la empresa con la que se realiza el viaje se hace dentro del
edificio. A esta votación asisten algunos directivos como la
rectora, y ellos cuentan los votos y los guardan por un tiempo por si
alguien tiene dudas en cuanto a la votación. Las empresas también
tienen una presencia de modo indirecto, por ejemplo, cuando los
alumnos piden unos minutos de la hora de clase para hablar el tema
del viaje. Indirectamente también observé esta entrada de las
empresas en la escuela en la alteración del currículum explícito,
ya que los docentes no dan tema nuevo durante los días en que los
alumnos están de viaje, y en el reajuste de las fechas de examen de
fin de trimestre. Me pregunté entonces: ¿cómo estas empresas se
hacen lugar en el espacio escolar?
Todo esto me fue guiando a la construcción de una
situación problemática,
que es “un proceso de
desnaturalización de algún sector de la realidad”
(Borsotti, 2007: 31), punto de partida de producción de
conocimiento, y que en el caso de esta investigación es:
¿Cómo los alumnos significan prácticas de mercado que permean el
currículum?
Relación entre jóvenes, escuela, currículum y mercado
Antes de adentrarme en el análisis de datos propiamente, creo que es
pertinente explicitar brevemente algunos presupuestos teóricos
respecto a categorías que serán utilizadas en el mismo. La primera
de ellas es “juventud”, que es una categoría polisémica, ya que
la concepción social de lo que hace joven a una persona varía a lo
largo del tiempo y las culturas. En común, en todas estas posibles
perspectivas, la juventud comparte una serie de códigos, tanto
lingüísticos, de vestimenta o de comportamiento. Existen códigos
comunes, y uno de ellos son los ritos, y entre éstos ritos están
los de iniciación. En un tiempo en que las instituciones
tradicionales (familia, escuela, iglesia) perdieron gran parte de su
poder como creadoras de subjetividades, el campo de la fraternidad
entre los jóvenes aparece como un campo seguro de construcción
subjetiva, de iniciación en la vida social, de rito iniciador
(Margulis y Urresti, 1996: 21; Duchatzky, 2006: 46-48)
Otra categoría clave es “escuela”. Con
Zelmanovich (2003), veo que la escuela es el lugar de resguardo
contra el desamparo al que los jóvenes están expuestos dado que
todavía están construyendo y ensayando su propia subjetividad. El
adulto debe estar protegiendo al joven para que éste haga una
entrada gradual a la sociedad, cuando su subjetividad esté lo
suficientemente estable como para pararse solo frente al mundo de los
adultos. Con este fin, el adulto estará cumpliendo una “función
de velamiento, no en el sentido de una mentira, sino el de una
distancia necesaria de los hechos que permite aproximarse a éstos
sin sentirse arrasado por ellos” (ídem: 50). Algo que pone en
peligro el cumplimiento de este mandato que la sociedad le asigna a
la escuela y al adulto es la propia vulnerabilidad de este último:
muchas veces los docentes y directivos se sienten desamparados e
incluso “[corren] el riesgo de equiparar la vulnerabilidad de
niños y jóvenes con la [suya]” (ídem: 61).
Otra categoría a ser tenida en cuenta es la de “currículum”,
relacionada con la paradoja que enfrenta la escuela en el querer
garantizar iguales condiciones a actores que no
son iguales (Beltrán Llavador y San Martín Alonso 2000: 36-37).
Pretender armonizar la homogeneidad de las reglas con la
heterogeneidad de los actores da lugar a situaciones paradójicas
porque a veces, por querer respetar y fomentar la diversidad en el
estudiantado, lo que en realidad se termina haciendo es distribuir
diferenciadamente el capital cultural, o sea, se “mal educa”. De
hecho, educar es “el acto político
que consiste en distribuir la herencia”
(es decir, el capital cultural) “bajo
la modalidad de un don que no conlleva deuda y designando al
colectivo como heredero” (Frigerio,
2005: 7). La puesta en circulación de saberes es el acto por el cual
esta herencia es repartida, y encontramos en el currículum una
posible respuesta a esta paradoja que es pretender repartir en partes
iguales tomando en cuenta las diferencias.
Podemos encontrar en la palabra “currículum”
un concepto capaz de englobar todos los factores que definen la
esencia de una institución escolar, “a
su fuerza instituida y a su capacidad instituyente”
(De Alba 1991: 73), a su rol y pretensiones para con los alumnos y la
sociedad. El currículum abarca lo explícito y lo implícito, lo
intencionalmente oculto y aquello que forma parte del sentido común
de los docentes. Es lo que sucede en el aula, pero también en los
recreos y cualquier otro evento escolar.
Sanjurjo y Trillo Alonso (2008) afirman que en la
escuela conviven, junto al currículum explícito (planes de estudio
y todo “lo prescripto”) y al nulo (de lo que no se habla, “lo
proscripto”), el “currículum oculto”. Este último “se
manifiesta sobre todo a través de gestos y actitudes, y que debido a
su asiduidad y falta de justificación es con frecuencia
interiorizado de manera acrítica”
(ídem: 42). El “currículum oculto” muchas veces se manifiesta
en el sentido común de los docentes y directivos de la institución
educativa; y cabe remarcar que éste puede contradecir lo expresado
en el currículum explícito.
Las últimas categorías a ser tenida en cuenta
son “mercado” y “neoliberalismo”, ya que es el mercado en
general y el neoliberalismo en particular en las últimas décadas
los que han modelado el currículum. En principio, el currículum
escolar fue pensado para educar a la clase obrera, y en las últimas
décadas, el neoliberalismo ha querido hacer de la educación de
calidad una mercancía más a ser obtenida con dinero. Y es que en
esto reside justamente la patología del neoliberalismo: en “la
mercantilización de todas las cosas”
(Wallerstein, 1983, citado por Gentilli, 1997). Esta
“mercantilización” es un proceso tendencial y progresivo que
afecta no sólo las cosas sino también nuestra forma de pensar,
nuestras relaciones y valores.
El neoliberalismo dualiza. La palabra “dualidad”
es una palabra clave para entender esta fuerza hegemónica, porque
produce dualidad y viene de la dualidad. Lander (2000) habla de cómo
el neoliberalismo se basa en diversas dualidades propias del
pensamiento occidental: “res cogita” y “res extensa” en la
filosofía cartesiana, “la metrópolis” y “la colonia” en la
geopolítica, “el sujeto” y “el objeto” en la ciencia
positiva, o “civilización” y “barbarie”, por nombrar algunos
ejemplos. Neoliberalismo, viene de la dualización y provoca
dualización. Separa aquello que se puede comprar de aquello que no,
los que pueden comprar de los que no, creando así un “apartheid
social” en donde hay individuos consumidores e individuos que no
existen.
Mucho se ha hablado acerca de la necesidad de un
estado débil que permite al neoliberalismo operar libremente. A esto
se opone Gentilli (1997) diciendo que en realidad el neoliberalismo
necesita un estado fuerte; podríamos ver en las últimas dictaduras
en Latinoamérica un ejemplo paradigmático. Se hace fuerte para
estar ausente; la violencia del mercado es directamente proporcional
a la ausencia del estado dentro de sus límites geográficos. Y por
qué no, a la ausencia de la escuela dentro de sus límites físicos.
Tomando como punto de partida estas premisas, basaré el análisis de
datos en la construcción de dos ejes. Uno se referirá a cómo
ciertas prácticas de mercado permean el currículum, y el otro a
cómo estas prácticas de mercado son significadas por los
estudiantes.
Cómo el “viaje a Bariloche” permea el currículum
Que en la escuela en la que basé esta investigación haya prácticas
de mercado no es de extrañarse; hasta parece obvio ya que, donde hay
humanos, hay mercado. En esa escuela se compran tizas, borradores,
libros, uniformes, pelotas para practicar distintos deportes, etc. Es
que la palabra “mercado” no tiene per se una connotación
negativa. La patología no es el mercado sino “la mercantilización
de todas las cosas”. Es por eso que decidí desde un principio
hablar de “ciertas prácticas de mercado”, no aquellas que están
en función de lo que la escuela es, de su currículum, sino de
aquellas prácticas que nada tienen que ver con la esencia de la
institución escolar, con el currículum –explícito, al menos.
De entre estas prácticas que nada tienen que ver con el currículum
me focalicé en el “viaje a Bariloche”, que tiene una presencia
fuerte en el mismo y en el imaginario de los estudiantes. Esto lo
expresaba una preceptora en estos términos:
Es que, el objetivo de ellos, es Bariloche. Bariloche, Bariloche.
El año pasado, no sé qué pasó con ese grupo, que todo el grupo
decidió de no ir a Bariloche, el curso entero fue que decidió, ni
uno fue, del sexto C, el año pasado, ni uno fue a Bariloche, todos
fueron a las Cataratas de Iguazú (…).
Esta es una práctica que genera muchísima ganancia para las
empresas organizadoras; sin dar números exactos apelo a una
comparación que una docente de la casa hacía:
Yo, hoy no te puedo decir cuánto sale, pero dos años atrás, a
mi hijo le pagué el viaje, porque nosotros habíamos viajado,
entonces viajamos aparte mi marido y yo, porque eran nuestras bodas
de plata… (…). Nos salió más barato ir a nosotros dos, que el
viaje que le pagamos a él, que iba con un grupo.
Sin ser institucional, esta práctica tiene una presencia en la
escuela a veces más fuerte que las institucionalmente avaladas.
Hablando de la elección de la empresa con la cual hacer el viaje, un
alumno de 5to año, contaba:
(…) Se llegó
a votación, obviamente, por la empresa con la que teníamos que ir.
Y… se llamó a la mayoría de los padres, a todos, en realidad.
(…) a unos metros del aula dentro del cual se estaba votando, había
hijos diciéndoles que voten por una y el padre quería votar por
otra… el padre votando por una empresa y el hijo diciendo “yo me
voy a ir con otra”… (…) no, era una locura. (...) Ojo, para mí
no está mal que los padres se metan, porque yo creo que también
juegan un papel (…) de protagonistas dentro de la escuela (…). Y
muchas veces los padres no se involucran en lo que son las cosas de
la escuela, y… yo creo que en cierto punto, bueno, está bien que
se involucren así, y te lo marco desde otro punto: cuando fue el
tema de la votación de (…) si se aceptaba la propuesta del
gobierno por el tema de la restauración y ampliación del edificio,
eh… de los 800 padres que tendrían que haber venido, habrán
venido 100 o 200 como mucho. ¿Entendés? Por ahí, se preocupan más
por el viaje (…).
Hablando con un vice rector, me entero que la
votación para definir con que empresa viajar no sólo se realiza en
un aula de la escuela, además los directivos tienen asignada (se
autoasignan) la función de veedores en la misma. Él contaba: (…)
nosotros estamos en el momento de los votos, nosotros ayudamos a
contar, yo incluso guardo los votos por si algún padre tiene dudas
en cuanto a la votación…
Indagando acerca de esta práctica de mercado, y
de cómo logró esta presencia en el “aquí” y el “ahora” de
la escuela, podríamos esbozar dos respuestas; cada una referida a la
historia de esta práctica y la otra referida al cómo se gana
espacio en la escuela.
El “viaje a Bariloche” en un primer momento se
instaló en el currículum como un viaje “de estudios”. Eso fue
hasta hace quince años atrás, cuando el Consejo General de
Educación (CGE) de Entre Ríos decidió quitarle ese estatus. Una
preceptora dijo que la causa era la lejanía, otra aludió a ciertas
“complicaciones”:
No, el viaje a Bariloche no son institucionales porque son mucho
más kilómetros… hay un régimen del Consejo de Educación, que
con tantos kilómetros, pasado el kilometraje, no… no puede ser
institucional. (preceptora 1)
O sea, pero todo viene por el tema que quieren elegir ir a
Bariloche, y el Consejo, como ha habido tantas complicaciones en los
últimos viajes, no avala eso. A otro lugar, sí; pero a Bariloche,
no (…). Antes sí era institucional (…). Pero después empezaron,
no sé qué problemas hubo, que el Consejo ya no… no aprobaba, o
sea, no se hacía cargo si iban a Bariloche. (preceptora 2)
Cabe remarcar que hace quince años el neoliberalismo todavía estaba
muy vigente en nuestro país. Más allá de las razones que el CGE da
para tomar esta decisión, me animo a decir que esta
“des-institucionalización” es una batalla perdida para la
escuela frente al mercado, la última en relación a este viaje, la
última en un proceso por el cual el mercado fue ganando espacios
dentro de esta instancia hasta que consiguió que la escuela pierda
cualquier poder de decisión respecto a la misma.
Como sea, a pesar de haber dejado de ser
institucional, esta práctica tiene una presencia casi hegemónica en
la elección de los estudiantes en el presente, y en el ahora de la
institución. Esto se debe, por lo que pude observar, a una falta de
claridad en cuanto a los límites institucionales por parte de
algunos docentes, preceptores y directivos. La explanada de la
escuela es un ejemplo: hay instancias en que los preceptores
reconocen explícitamente ese espacio como bajo su autoridad cuando
se trata de reprender a un alumno, pero cuando son las empresas de
turismo las que ingresan a ese espacio, se habla de esas situaciones
como de hechos que suceden fuera de la escuela.
(…) pero claro, las empresas, ni bien empieza el año, ya están
acá, ¿viste?, buscando hacer negocio… Ya vienen acá todos los
días, a la puerta de la escuela, y los hablan,
y los hablan… (preceptora 5to y 6to año)
En muchas otras oportunidades se pudo ver una cierta contradicción
entre espacio intra/extra-institucional en el discurso de las
autoridades escolares. Repetidas veces se habla de la no
institucionalidad del “viaje a Bariloche” pero reconociendo a la
vez que se le da espacio. Se dice a veces que la escuela no se
organiza el viaje, que no se les da entrada al espacio escolar, y
segundos después se desdicen:
Este… si, obviamente ni bien comienza el año las empresas
aparecen en la puerta de la escuela… de las escuelas, a ofrecer lo
que llaman ellos su paquete de viaje… luego se… nuestra escuela,
algunos años lo ha hecho, tiene la modalidad de que un día abre las
puertas para que vengan todas las empresas… o sea, no es
que la escuela organiza eso, la escuela facilita el
espacio, pero para organizarlos (…). Es
totalmente ajeno a la escuela, la escuela lo único que hace es
permitirles el espacio, organizar un poco ese
tema para que los chicos no estén dando vueltas. (vicerrectora)
Bueno, acá a la escuela, no entran. Acá
presentan las carpetas, yo se las paso a sus delegados, y ellos
organizan el viaje. Por ahí me piden para hacer reuniones como para
ver con que empresa van, nosotros dejamos que ellos entren,
siempre con presencia de alguna de un vice, tratamos de que estén
todos los papás, a cada empresa se le da un determinado tiempo para
hablar (…) (vicerrector)
Como cierre de este eje, se puede decir que esta es una situación en
que una práctica de mercado que genera enormes ganancias ha logrado
permear el currículum, dejando de ser de hecho una actividad
extracurricular para pasar a ser curricular, si entendemos que el
currículum existe también como “currículum oculto”. Esta
práctica utiliza espacios y resortes institucionales (aulas y
reuniones organizadas por la escuela, por ejemplo) por lo que, si
bien no es un viaje institucional de iure, si lo es de
facto.
Es cierto que muchas veces las escuelas se encuentran en el dilema de
“repartir la herencia” en partes iguales pero atendiendo a las
diferencias que los estudiantes tienen. Como sea, entiendo que la
forma diferenciada en que en este caso particular se “reparte la
herencia” (ya que muchos estudiantes no pueden pagar el viaje) no
se puede enmarcar dentro de esta paradoja a la que hice referencia
sino a una ausencia de la institución escolar dentro de determinados
espacios que deja libre al accionar de las empresas.
Una de las funciones primordiales de la escuela es amparar al joven.
Y en este caso en particular veo que no se ampara, tal vez porque las
autoridades difícilmente concretan alguna acción en juego, tal vez
porque ellos mismos se sienten vulnerables. Esto deja vía libre a la
acción hegemónica de las empresas, y al joven desamparado.
Cómo “el viaje a Bariloche” es significado por los
estudiantes.
Si bien en el imaginario escolar comúnmente se relaciona “viaje
de estudio” con el último año de la secundaria (6to, en este
caso), pude ver que no se debe a que todos los estudiantes viajen.
En las entrevistas, tuve la oportunidad de ver cómo los estudiantes
significan esta práctica de mercado en particular.
Como primera aproximación, podría decir que “Bariloche” separa
a los estudiantes que pueden acceder a esta “mercancía” de
aquellos que no, como pude ver en esta entrevista:
Y… en caso de mi grupo está un poco dividido en subgrupos. O
sea se notó, porque por ejemplo los que fueron a Bariloche y los que
no fueron… bueno, si se notó una división porque… no había la
unión que se espera. Igual, en la mayoría de los grupos está
pasando. (alumno 6to año)
El “viaje a Bariloche” también hace que algunos estudiantes
perciban una cierta unidad de la que son parte sólo si viajan,
dándoles más entidad a aquellos que van que a los que no. Lo vi en
el caso de un alumno de 6to, que no fue, y que en la entrevista deja
entrever que significa la mitad que fue como “todos”: “…
yo quería ir pero me decidí en la última semana, a último
momento. Vi que todos iban y me dieron ganas de ir (…) fueron… y
somos veintidós, fueron doce.”
También vi ésto en el caso de un alumno que sí fue, que al hablar
de la unidad del curso y entre los cursos, no le da entidad a
aquellos que no fueron al viaje.
(…) para mí, lo más importante fue ir a Bariloche. Porque nos
unió un montón a todos los cursos. Había gente, algunos
compañeros, que uno ni los conocía, y en el viaje vos te das cuenta
que vos te podés relacionar con estas personas y es otro tipo de
trato, porque capaz que vos antes ni le hablabas, y después del
viaje se hicieron amigos o cosas así. Para mí fue muy importante el
viaje a Bariloche.
Por lo que pude ver, lo
fraterno
se convirtió en una mercancía. Es una necesidad del joven el
sentirse identificado con el grupo, y las empresas se encargaron de
mercantilizar esta realidad. Y la escuela no ha sabido reaccionar
facilitando la formación del grupo fuera de las estructuras de ese
viaje. A la escuela se le dificulta ofrecer o facilitar alternativas
a lo que las empresas ofrecen. Aunque hubo un caso reciente en que si
lo lograron. Una de las preceptoras lo contaba así:
(…) del sexto C, el año pasado, ni uno fue a Bariloche, todos
fueron a Misiones, y fueron contados lo que no fueron (…).
Trabajaron, pero muchísimo, y entre ellos, se ayudaron, mirá,
fueron tan solidarios, que hasta ahora vos los ves a ese grupo (…)
siempre están juntos, los del C. Siempre, siempre, siempre están
juntos esos chicos. La unificación de ese curso y la unidad de ese
curso fue… una belleza. Y mirá que yo ya llevo muchos años acá,
y… la unión, la solidaridad que hubo en ese curso, fue
espectacular. Espectacular. Que lo ves poco, ¿viste?
Se ve poco. Y es que, frente a la hegemonía de las empresas, cuesta
organizarse. Salvo por el caso de este “sexto C”, vi que la
desorganización y falta de unidad entre quienes no iban estaba muy
presente en el discurso de los alumnos.
Me parece que los que no viajan a Bariloche… de mi curso viajan
solamente tres… los que no viajan tendrían que hacer un viaje un
poco más cerca pero… todos querían Bariloche… Yo mil veces les
propuse a mis amigos, por separado, viste, porque en el grupo la
mayoría no tenía ganas, pero no se pudo… (alumna de 5to año)
Según una docente de la casa, la forma en que los estudiantes ven
esta práctica de mercado está cambiando, en parte porque los
precios son cada vez más altos:
(…) Antes, yo te diría, que hace
unos… unos cuantos años atrás, era hasta discriminatorio. El que
se quedaba era porque no podía, no accedía económicamente y lo
sentía… hasta culposo, digamos, más allá de sentirse mal,
angustiado… sí, era una culpa no poder ir al viaje de estudios…
No percibí que los alumnos se sientan “discriminados”, en esos
términos, pero si fuera del grupo. Creo que el no poder ir, si bien
no lo asocian directamente con carencias económicas, si
indirectamente, ya que los paraliza a la hora de buscar alternativas,
tal vez por ser éstas más “cercanas” y “baratas”. Vi que
“el viaje a Bariloche” es significado de tal forma que crea
parálisis a la hora de organizarse y buscar alternativas.
Prospectiva
En general, la relación escuela-mercado se ha visto de dos formas,
relacionadas a -1- cómo la escuela formaba obreros en la era
industrial, y a -2- cómo la educación de calidad pasó a ser una
mercancía en el neoliberalismo. En este trabajo quise indagar en
otra forma en que escuela y mercado se relacionan, que es el “viaje
a Bariloche”. Además de indagar en las significaciones de los
actores sociales respecto a este fenómeno, busqué también
desnaturalizar esta práctica de mercado y su presencia en la
escuela, así como los mecanismos utilizados para ingresar en la
misma.
Una nueva entrada a campo que propongo como modo de continuar esta
indagación tiene que ver con el hecho de que el “viaje a
Bariloche” en un primer momento sí fue institucional, antes de
perder ese estatus. Siendo más preciso, propongo en esta
“prospectiva” una investigación acerca de las significaciones de
los miembros de la comunidad educativa acerca de los viajes que sí
son “institucionales/de estudio”. Propondría indagar acerca de
su lugar en el currículum y de su real “institucionalidad”. Se
podría incursionar, por ejemplo, sobre el lugar que ocupan en el
currículum, sobre el itinerario que estos viajes tienen, sobre
quienes toman decisiones sobre los mismos, con que fines explícitos
e implícitos, el lugar que el mercado tiene en estos viajes, y sobre
cómo los mismos son significados por los alumnos.
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