Interesante
y provocadora, para el debate, la nota de Luz Alcain en la Revista
Análisis esta semana, titulada “Libros prohibidos”. Habla de la
política de “alfabetización inicial”, que es el nombre teórico
ampliado que ahora le dan a la línea de promoción asistida de 1er
a 2do grado (pasar sin repetir, etc), de la “prohibición de usar
manuales” , de avanzar con textos literarios y otros métodos,
entre otras cosas.
La
periodista reconoce en parte y bien la complejidad del contexto:
haciendo consultas en CGE y escuelas, viendo las deficiencias, viendo
la falta de inversión del Estado, la desconfianza de los docentes y
de los padres, en la situación actual.
¿Es
progresista, democrática, popular y transformadora la política
oficial de alfabetización inicial?.
El
otro día di mi opinión en el debate de una asamblea en María
Grande: si el contexto fuera de justicia económica y social y buen
desarrollo educativo, ésta política sería tal vez una preocupación
por perfeccionar y democratizar la enseñanza en los primeros grados.
Pero en el contexto real actual de políticas de ajuste, entrega y
descomposición política, económica, educativa y social, ésta
política es un parche más para degradar el sistema educativo y
seguir intentando hacer, infructíferamente, de la escuela una gran
oficina de acción social.
El
contexto real y lo que viene haciendo realmente el gobierno te indica
el sentido real de su política.
En
otros países, caso EEUU -y con todos sus problemas y
contradicciones-, ya están enseñando programación informática
desde la escuela primaria.
Plantear
apertura pedagógica sin exigencias ni responsabilidades de todos es
demagogia y degradación escolar. Por supuesto que, por otro lado,
continuar con prácticas pedagógicas tradicionales y cerradas no
lleva a ningún lado. Esa no puede ni debe ser la opción de los
trabajadores docentes. Esa es una falsa opción.
La
escuela pública y la docencia resisten, sufren, aciertan, erran,
todo junto al mismo tiempo. Nuestra opción es la soberanía
pedagógica, es la práctica pedagógica abierta, exigente,
responsable, democrática, creadora, concientizadora, movilizadora.
Y
esa renovación pedagógica y educativa se potenciará -porque el docente se multiplica y hace lo que puede todos los días- de la mano de la
valoración económica, política, social y cultural del trabajo
docente y de la escuela pública. Y vendrá de la mano de un cambio
de contexto, de un cambio cultural integral, y de una política
educativa que, como las demás políticas, debiera ser también
abierta y democrática.
Mauricio
Castaldo
Sec.Gral.Agmer
María Grande
18/5/2014
Debate Abierto
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