La Presidenta Cristina Kirchner pretende ocultar que estos momentos de grandes sufrimientos que se abaten sobre la clase obrera y el pueblo argentino se deben fundamentalmente a las consecuencias de su política económica y social. La decisión de continuar con la línea de acción que llevó antes Néstor Kirchner profundizó una crisis propia asentada, entre otras causas, en la pesada carga que constituye el pago de la ilegítima y fraudulenta deuda externa. La cual antes del estallido internacional ya estaba provocando el desfinanciamiento de los Estados provinciales aún con los extraordinarios índices de crecimiento que se exhibían. En particular estaba claro que las rentas extraordinarias que ingresaban y el crecimiento económico solo servían para consolidar un país de extrema concentración y extranjerización que le daban enormes beneficios a los sectores afines al gobierno. La producción no se diversificó, la desocupación y la indigencia era y es disfrazada bajo los números mentirosos del INDEC, la brecha entre ricos y pobres sigue siendo altísima, la desocupación, la subocupación y el empleo en negro, en vez de disminuir paulatinamente se han incrementado enormemente, así como los infernales ritmos de producción en algunas industrias. Enfermedades que se creían casi extinguidas vuelven a causar penurias en la población, como la malaria, tuberculosis, chagas y el dengue, todas ellas vinculadas con la pobreza. El hambre no solo que no ha sido eliminado sino que ha aumentado, ello se ve en el aumento de la demanda de los comedores comunitarios y, aún con trabajo normal en blanco y pleno no constituye garantía de dejar de ser pobre. Ante esto el Gobierno Nacional ha gastado miles de millones de pesos en subsidios que han engordado el bolsillo de empresas monopólicas, lanzado planes de subsidio al consumo masivo que han resultado un rotundo fracaso (automóviles, heladeras, calefones, bicicletas, etc) y acuerdos de mantenimiento de precios de artículos de primera necesidad que nadie encuentra en los comercios. Ha presionado y maniobrado en las paritarias para imponer topes máximos miserables para los acuerdos salariales. Ha desalentado los planes de construcción de viviendas populares a través de cooperativas y los ha concentrado en empresas que, por rara casualidad, siempre son las mismas. Ha prácticamente abandonado la política de ayuda social directa con la eliminación paulatina a través de la baja de los beneficiarios bajo diferentes mecanismos sin haber superado el problema y además ha congelado los que quedan en $ 150, valores que tenían a diciembre de 2.001 y que deberían estar como mínimo en $ 600.
Como la política de superávit fiscal ya no alcanzaba para cubrir los pagos de deuda y subsidios a los monopolios el kirchnerismo echó mano primero, a la producción agraria con la Resolución 125 y luego, tras su fracaso y como recurso a su faltante de caja, estatizó los fondos en manos de las AFJP. Estos fondos que pertenecen a los trabajadores activos y pasivos, que según el mismo gobierno eran más de 77 mil millones de pesos y ahora se sabe que son más de 100 mil millones, en vez de haber sido sacados de la usura de las aseguradoras y garantizar haberes previsionales dignos, son utilizados para seguir sosteniendo los negocios de sectores de las clases dominantes. En tanto que millones de jubilados y pensionados se debaten entre la indigencia y la pobreza.
La situación de crisis nacional se encuentra agravada por la actual crisis internacional de superproducción relativa. Esta crisis que se traslada al resto del mundo por la dependencia imperialista que genera el sistema, se desató en Estados Unidos –el corazón del capitalismo- y ha afectado fundamentalmente a los países centrales pero aún no se ha desatado con fuerza en el nuestro.
A pesar de que la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner en un primer momento anunció que la catástrofe no tocaría a La Argentina explicando que el gobierno tenía una economía blindada contra lo que llamó el efecto jazz, bien pronto se demostró que no era así y los indicadores rápidamente manifestaron que ese blindaje se desmoronaba.
Así, La Argentina que había crecido en sus números desde hacía años con índices record desde el 2.003, al tener un sistema de producción de predominio latifundista orientado básicamente al mercado externo y perderse el viento de cola que venía de la mano de los comodities quedó también afectada en el pantano del capitalismo internacional.
En Entre Ríos, la crisis se hace sentir de diferentes maneras según el sector de la economía que toque. El estado es el principal empleador absorbiendo el 50% de la mano de obra, el resto se distribuye entre las distintas actividades del sector privado, de este resto el 40% se encuentra en negro.
Para los empleados del estado, las autoridades del gobierno ya han anunciado que mientras no mejoren las economías a nivel mundial y nacional no se puede pensar en recomposiciones salariales, en este sector la mayoría de los sueldos están por debajo de la línea de pobreza para una familia tipo que, según la propia Dirección Provincial de Estadística y Censos al mes de marzo se ubica por encima de los $ 1.400, y ni siquiera se prevé alcanzar el 15% que dio el Estado Nacional. En tanto la Provincia sede anualmente más de 2 mil millones de pesos al Estado Nacional sobre un presupuesto de 7mil setecientos millones, debido al incumplimiento de la ley de coparticipación federal, por los pactos fiscales y otros acuerdos.
Para los trabajadores de la actividad privada el año arrancó duro, ya en noviembre del 2.008 las ventas habían caído un 25% en los últimos 10 meses y por octavo mes consecutivo se verifica retracción de la demanda. Esto ha generado despidos en el rubro comercial que, comenzaron en general a ser puntuales, pero que no cesan de producirse y que, a principios de la crisis generó el traslado y despido en conjunto de 14 empleados de Frávega en Paraná.
Cartocor terminó el 2.008 adelantando licencias a un tercio de sus operarios, Jhonson Acero despidió el 10% de la planta, la madera tuvo una retracción del 70% y la industria del mueble vinculada a la madera del 40%, también se redujeron a la mitad la jornada laboral en muchísimos establecimientos.
En la industria cárnica trabajan alrededor de 2.300 obreros y la situación es diferente según trabajen para el mercado interno o externo, 3 de ellos tienen asignada cuota Hilton. La crisis para los que trabajan para el mercado interno es profunda, en este sentido cerró definitivamente el Frigorífico Angus dejando cesantes a 55 trabajadores. La industria frigorífica del pollo observa ritmos de producción sostenidos en base a acuerdos internacionales, no obstante esos ritmos de producción son extremadamente penosos para los obreros, la misma Superintendencia de Riesgos de Trabajo en un informe sobre Granja Tres Arroyos ha dicho que "con las actuales condiciones de trabajo, es muy probable que los trastornos músculos esqueléticos tiendan a multiplicarse en el futuro por la repetitividad, las posturas forzadas, la manipulación manual de cargas, el ambientes húmedo frío, así como también el ritmo de trabajo impuesto, el poco grado de rotación en varias tareas, la ausencia de pausas activas, la escasa autonomía en la tarea, entre otros factores estructurales". Esta situación y el despido de personal en FEPASA (concepción del Uruguay) por oponerse a las políticas de superexplotación generó la reacción de cientos de obreros con manifestaciones y un acampe en el mes de abril del 2.008 a lo cual se mantuvieron ajenos los dirigentes del sindicato local de la carne, este movimiento provocó la solidaridad de los trabajadores de otros frigoríficos y de obreros, trabajadores estatales y docentes en una suerte de multisectorial.
También la crisis económica internacional ha hecho trizas el negocio del arándano, actividad que en la zona de Concordia ocupaba a 12 mil personas. Esta actividad incentivada desde el mismo estado y sometida totalmente a los vaivenes de la economía norteamericana le dejó a un pequeño puñado de empresas entre enero a noviembre de 2.007 una facturación por exportación de 56 millones de dólares bajo condiciones de extrema dureza y sueldos bajísimos para los obreros. Sin embargo el Estado provincial solo previó un subsidio de $ 225 que alcanzaba unicamente a 2.580 personas. Esta situación generó marchas y cortes en la Ruta 14 reprimida por balas de goma por la policía provincial con el saldo de 15 cosecheros detenidos.
A lo expuesto deben sumarse las decenas de actos, medidas de fuerza de distinto tipo, paros y marchas que sectores docentes y estatales vienen realizando, también sectores de trabajadores vinculados al comercio como los empleados de Coto y Wal Mart, de la industria y bancarios últimamente que han salido nacionalmente a la lucha demostrado un alto grado de unidad y voluntad de lucha
Esto, que solo pretende ser un texto introductorio para la discusión, es de esperar que sirva para analizar en conjunto las perspectivas del movimiento obrero -reafirmando la propia historia-, y del campo popular. En ello las salidas posibles en el marco de la crisis nacional e internacional, en momentos en que las clases dominantes han decidido, una vez más, en dirimir sus disputas en otra elección.
También el desafío es debatir los problemas que nos aquejan desde un concepto de independencia de clase en la seguridad de que solo los trabajadores constituyen la garantía de su propio triunfo, pero integrados al conjunto del pueblo para formar parte de organizaciones amplias y democráticas como pueden ser las multisectoriales y otras formas populares. Para ello debemos tomar las experiencias que venimos acumulando, trazar diagnósticos y líneas de acción comunes que, más allá de las estructuras a las que pertenecemos nos reconozcamos hermanados en la clase por lo cual SI TOCAN A UNO TOCAN A TODOS y parte del torrente de organizaciones del pueblo que podrá, según el curso de los acontecimientos, tomar la iniciativa o terciar decididamente por un cambio sustancial en las relaciones de poder en la provincia y el país.
CORRIENTE CLASISTA Y COMBATIVA
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