El progresivo proceso de extranjerización del mapa corporativo local, que comenzó en los 90, no muestra síntomas de agotamiento pese al objetivo oficial de crear una "burguesía nacional" sólida, que hasta ahora sólo se logró en los servicios públicos.
Rafael Mathus Ruiz
LA NACION
Nunca antes en la era kirchnerista las multinacionales giraron tantas ganancias al exterior como el año pasado. Este fenómeno, fogoneado por un puñado de eventos coyunturales, fue también la contracara de un proceso progresivo que cuenta ya con casi dos décadas de vida y no muestra síntomas de agotamiento: la extranjerización de la economía.
Lamentable para algunos, con matices positivos para otros, e indistinto para el resto, el traspaso de capital nacional a manos extranjeras comenzó en la década anterior con el polémico proceso de privatizaciones impulsado por el gobierno de Carlos Menem. La debacle y la caída de la convertibilidad abrió una nueva etapa en la que prevaleció el ritmo del samba. La "brasileñización" del mapa corporativo tiene fecha precisa de nacimiento: abril de 2002. Ese mes, el grupo dueño de Brahma puso un pie en Quilmes. Las negociaciones de la familia Mastellone con el grupo francés Danone pueden, ahora, sumar a La Serenísima a la lista de empresas extranjerizadas.
La llegada del kirchnerismo al poder trajo también la promesa de crear un empresariado o "burguesía nacional" sólida. En algo más de seis años de gestión, la avanzada santacruceña logró algunas nacionalizaciones en el entramado corporativo a través del Estado o alentando a firmas de capital nacional. Así como las privatizaciones fueron íconos de la era menemista, las renacionalizaciones, que a veces se conjugaron con estatizaciones, se convirtieron en íconos de la era kirchnerista. Se intentó de esta manera equilibrar la balanza, apelando en ocasiones a una cuota no menor de presiones desde el poder. Y se habla de "intento" porque algunas evidencia...La Nación 21/6-Leer
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