Alrededor de los 9 años, los niños abandonan la lectura y se consagran a Internet. Los especialistas analizan las causas y sugieren estrategias para devolverles el placer por los libros.
Por Graciela Melgarejo
De la Redacción de LA NACION
Qué raro. Justo cuando la vida empieza a ponerse más interesante -más confusa y más ambigua, también-, cuando ya se domina más o menos con facilidad el código común (y la lectoescritura, con perdón de la palabra), es el momento elegido para que se produzca una fuga en masa de lectores. Los mismos chicos que habían disfrutado prácticamente desde la cuna de todo tipo de estímulos en forma de libro (de trapo o de plástico para el momento del baño; de cartón para soportar el "tránsito pesado"; con stickers o con elementos aptos para mayores de 3 años y, por fin, de papel y con grandes ilustraciones coloridas) se descorazonan, se aburren o, peor aún, se avergüenzan de leer más de un libro o dos por año, y temen las burlas de sus pares.
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