Las economías de las provincias se están derrumbando. Néstor Kirchner no les tiene mucha simpatía a los gobernadores peronistas que se resistieron a ser candidatos testimoniales, incluido Daniel Peralta, de Santa Cruz. La única excepción, el bonaerense Daniel Scioli, es ahora un traidor según la permanente relectura que el ex presidente hace de su derrota personal. Scioli exhibió, en rigor, una lealtad a Kirchner cercana al suicidio político.
Los gobernadores comenzaron a desfilar ante Cristina Kirchner con la vaga esperanza de encontrar una solución o el atisbo de un cambio en la cima. Desconfían, también. "La información que recibimos es muy contradictoria", dijo ayer uno de ellos. Temen encontrarse con una presidenta abroquelada en sus verdades y ratificando el análisis electoral que hizo el día después de la derrota. Será así, no más. De todos modos, el mayor conflicto de los gobernadores es el dinero contante y sonante. Y una cosa es la voluntad de no ayudarlos, que podría cambiar, y otra cosa es si el Gobierno se ha quedado sin plata. Sospechan que esto último también sucede. Sucede, en verdad.
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