domingo, 15 de septiembre de 2013

Proyecto II Jornadas de Educación “La escuela, lo popular, lo público. Demandas, límites y posibilidades”

Desde la Secretaría General de Agmer María Grande hemos sido convocados una vez más por los compañeros estudiantes de la UNER a participar en un panel-debate de éstas Jornadas militantes.




“Pero una buena educación para las clases populares nunca podrá ser aquella que ayude a mantener la injusticia social predicando la resignación y presentando al mundo como el único posible. La buena escuela será aquella que despierte o estimule la conciencia crítica, que no deforme la historia, que no ignore vastos espacios de la realidad social, que no oculte o descalifique el conflicto, en fin, que no reprima, que libere. ¿Cómo construir esa escuela en esta sociedad? He aquí el desafío. Es un llamado a la imaginación y al esfuerzo común”.
(José Tamarit)



Fundamentación: 

A partir de la experiencia del año pasado: la organización y realización de las I Jornadas de Educación “La educación como proyecto polìtico”, en la cual estudiantes de Ciencias de la Educación de los diferentes años de la carrera se nos reunimos a discutir y pensar en torno a una preocupación genuina que nos convocaba: ¿para qué nos estamos formando?, ¿cuál es nuestro papel como educadores en la sociedad del siglo XXI?, este año decidimos realizar las II Jornadas de Educación. Debido a la repercusión de dichas jornadas y a la valoración de los estudiantes de este espacio de formación y discusión, con el apoyo del Frente de Unidad de Estudiantes en Lucha (FUEL) y la conformación una comisión organizadora (integrada por estudiantes de los diferentes años) se quiere doblegar la apuesta y, por tanto, decidimos darle continuidad a esta iniciativa, proponiendo la realizacón de las II Jornadas de Educación “La escuela, lo público y lo popular. Demandas, límites y posibilidades.”

Largos debates, tanto en las aulas como fuera de ellas, nos llevan a pensar nuestra propia formación, el modo de relación con las teorías, las leyes de educación en las que nos inscribimos, nuestro lugar en la sociedad, los límites de la pedagogía y la posibilidad de pensar otras, nuestra relación con otras instituciones (tanto secundarias como de nivel superior), entre otros tópicos. Es así que a partir de estos debates sentimos una profunda necesidad de sostener este ámbito de deliberación que se ha generado el año pasado, que se caracteriza por habilitar la confluencia de las preocupaciones de todos los estudiantes y docentes de esta comunidad, y por un modo de organización democrático y autogestionado.

Nos reunimos no sólo en torno a inquietudes, sino que también nos convoca una fuerte convicción: la defensa de la educación pública. Sentimos la necesidad de volver a cuestionar-nos y realizar un análisis crítico y reflexivo de: por qué sostenemos lo público por sobre lo privado; cómo investir de nuevos sentidos la escuela pública hoy (sus demandas, límites y posibilidades); cómo pensar prácticas de educación popular al interior del sistema público y no sólo -necesariamente- por fuera de él; cómo generar, sostener y acompañar espacios democráticos y participativos en las instituciones educativas -sobre todo de nivel medio-; diferentes aristas desde las cuales pensaremos el por qué defendemos los espacios educativos públicos. Ejes que estamos convencidos que son dignos para que nos detengamos a pensarlos para cuestionar y transformar las bases de un sistema económico, político y social capitalista que ha mercantilizado la educación, y que se esfuerza por perpetuar el orden de las cosas, un mundo dividido en clases, donde reina la injusticia y la marginalidad de las mayorías. 

No pretendemos ni queremos ser neutrales, ni indiferentes ante este panorama. Queremos formarnos para tomar postura y actuar en consecuencia. Para ello consideramos que debemos conocer y asumir una actividad reflexiva y lúcida acerca de la institución global de la sociedad, así como también de la insersión de la escuela dentro de ella. Si de algo adolecen, a nuestro parecer, las teorías pedagógicas de los últimos tiempos, es de una oxidada racionalidad que excluye todo tipo de sentimiento utópico que motorice la acción. Es por eso que pretendemos pensar y actuar críticamente para generar nosotros posibles respuestas a nuevas preguntas que nos surgen. 

Deseamos generar lazos que nos vinculen de manera sólida con egresados, docentes, sindicatos, escuelas secundarias, áreas de extensión, movimientos sociales, en una relación de intercambio y respeto por las diferencias. Sabemos que tenemos herramientas, aportes interesantes para hacer, el problema es cómo, para qué, para quiénes, contra qué… A su vez, pensamos que las problemáticas que abordarán estas Jornadas pueden ser no sólo un punto de llegada, sino también un punto de partida para que los debates, reflexiones, inquietudes... que se generen en este espacio puedan trascenderlo para ser trabajados luego en las diferentes materias que los estudiantes cursen, ya que cada campo del saber puede aportar y enriquecer el análisis.

Creemos fundamental constituirnos como estudiantes comprometidos, militantes a favor de la educación pública. No hay tiempo para grises, porque lo que está en juego es una educación al servicio del pueblo o no, lisa y llanamente.

Las Jornadas se realizarán los días 24, 25 y 26 de septiembre por la tarde en nuestra Facultad. La idea es trabajar tres ejes temáticos, uno por día. Cada jornada se va a dividir en dos momentos. El primero con paneles debate. El segundo se llamará “Pensando en situación” y se trabajará tipo taller. Contaremos para ambos momentos con pensadores y docentes tanto de nuestra facultad como de otras instituciones y organizaciones. Aquí debajo se encuentran cada uno de los ejes que pensamos poner sobre la mesa y la argumentación pedagógica y política acerca del por qué de nuestra elección. 


Eje 1: Defendamos la Escuela Pública. 

Frente al avance de lo privado por sobre lo público en la educación, consideramos fundamental pronunciarnos a favor de la escuela pública, habilitando un espacio para debatir el por qué de esta defensa. Como futuros profesionales en el campo de la educación necesitamos estar preparados para luchar por una educación pública democrática y al alcance de todos, que pueda generar una formación integral en derechos humanos y ciudadanía, una escuela pública que coloque a todos los estudiantes en un mismo plano, enseñando que todos somos ciudadanos con iguales derechos. 

La educación privada es una educación para unos pocos, que nos segmenta, nos divide en clases. Para acceder debo pagar y como pago soy un cliente, y cuanto más pago mejor es el servicio. Si los alumnos de la escuela privada tienen algún problema, la cuestión se resuelve negándole la vacante al año siguiente. 


Cotidianamente se escuchan comentarios como: “Lo que pasa es que en la escuela pública se hacen paros y en la privada no”, considerándose que el hecho de no hacer paros implica una mejor calidad educativa en las escuelas privadas. Sostenemos que hay que ser conscientes que estos comentarios existen y reflexionar en torno a ellos. Cuando los docentes de escuelas públicas hacen paros, están enseñando mejor que nadie el artículo 14 bis de la Constitución Nacional. Cuando los dueños de las escuelas privadas presionan a sus docentes a no hacer paros, enseñan que “los patrones” pueden impunemente violar los derechos planteados en la Constitución Nacional; de este modo, indirectamente se les está enseñando a los alumnos una actitud de sumisión y obediencia, no luchando por los derechos que uno tiene. Muchos dicen: “No hay que perjudicar a los chicos con los paros”; pensamos que quizá se “perjudica” más a los chicos enseñándoles a ser “sumisos y obedientes” en lugar de “críticos y reflexivos”. Se los perjudica cuando se impide a los docentes ejercer sus derechos constitucionales. Esto es sólo un ejemplo que nos habla de la importancia de tener argumentos que nos permitan estar preparados para defender la educación pública.


A su vez, consideramos importante no olvidar otro aspecto de la educación pública: su carácter de laica. Creemos que lejos de atentar contra la religión, esto permite generar un espacio de convivencia y respeto entre los distintos sistemas de creencias religiosas, sin imponer ninguno de forma obligatoria. Consideramos que este principio de laicidad contribuye también a la democracia, ya que nos habla de la presencia del derecho de libertad de cultos establecido en la constitución, rompiendo con el concepto de religión oficial que implicaba una discriminación contra las religiones subalternas y con los sectores no creyentes. El hecho de que ahora la educación sea laica y que la religión sea un asunto asumido exclusivamente por las familias y las iglesias, es un avance democrático porque implica respetar de forma consecuente la libertad de cultos y de pensamiento de cada familia y de cada ciudadano, no imponiendo un sistema de creencias con el cual algunos no concuerdan.


Por otro lado, es importante defender el carácter de gratuidad de la escuela pública, no sólo para que puedan acceder a ella quienes no podrían pagarla, sino también para aquellos que sí están en condiciones de hacerlo. Pareciera que existe un consenso general en la sociedad… ¿Por qué quienes tienen la capacidad para financiar su educación deberían recibir este beneficio? Si bien este argumento pareciera razonable, el movimiento estudiantil se ha mostrado partidario de que la educación sea gratuita para todos. ¿Cuáles son los argumentos que fundan esta exigencia? El reconocimiento de la Educación como un derecho, no es un argumento vacío o propagandístico y su sentido se eleva por sobre las clases políticas y las condiciones socioeconómicas de sus habitantes. Un sistema educativo universalmente gratuito, permite a los jóvenes decidir en absoluta libertad económica su orientación académica, sin presiones, ni prejuicios, tanto desde el aspecto financiero como familiar. Una educación gratuita para todos, sin distinción de clases sociales, permite a los jóvenes de todos los sectores, poder construir su futuro con real autonomía familiar y social.


Es así que apostamos a una escuela pública en la que pueda construirse ciudadanía, intentando aportar a la formación de sujetos críticos y reflexivos, activos defensores de la democracia participativa, comenzando por generar este tipo de dinámica en la propia escuela. Somos conscientes que la educación pública presenta diversas falencias y que mucho hay por hacer, pero no queremos caer en el riesgo de que las críticas al sistema educativo público nos posicionen en un lugar cuya alternativa sean instancias de educación privada a la que sólo unos pocos pueden acceder. Por el contrario, como futuros docentes, sostenemos que hay diferentes espacios al interior del sistema educativo público (el Proyecto Educativo Institucional, la decisión sobre los contenidos y libros a utilizar, el análisis de los discursos pedagógicos oficiales con el fin de desocultar sus verdaderas intenciones, el gremio para mejorar las condiciones docentes, etc. ) que nos permiten luchar por sostener una educación pública al alcance de todos, generando al interior de ella transformaciones en pos de una educación verdaderamente al servicio de las necesidades del pueblo. 


Eje 2 : “La educación popular. Alternativas y propuestas” 


Pensar en el sistema educativo actual, implica problematizar sus prácticas en término de complejidad, contradicciones, choques. Supone partir de una mirada crítica, pero constructiva, que permita resignificar las formas tradicionales de escolaridad y la relación educación – escuela. Implica entonces, comprender la educación en su totalidad y al sistema escolar como una construcción y por lo tanto, transformable.

Nos proponemos pensar alternativas a las formas tradicionales que circulan por la escuela, alternativas a la forma cristalizada de entender la educación, repensando al mismo tiempo, nuestra propia formación en cuanto a las herramientas que ella nos brinda.

Las alternativas son algo más amplio que las diferentes particularidades educativas. Dentro de este paraguas podemos encontrar una rica y variada tradición de experiencias, hechos, personajes, ideas y literatura que el discurso de nuestra formación ‘silencia’ por diferentes razones, pero que como sujetos críticos notamos que nuestra formación de grado adolece de esta faltante y queremos conocerlas. 

Siguiendo a Adriana Puiggros comprendemos a las “alternativas en el sentido de cambio de una cosa por otra u otras introduciendo innovaciones. Innovar es ‘mudar o alterar las cosas, introduciendo novedades’, lo cual alude a un estado anterior o inicial o a cierto grupo de posiciones que se discuten. En nuestro caso esas posiciones son las que habitualmente se denominan ‘educación tradicional, reproductiva, conservadora o dominante’ ” (PUIGGROS, 1988, p. 14)

La expansión del sistema educativo en América Latina, produjo por un lado la posibilidad de mayores oportunidades de acceso a la educación, pero al mismo tiempo, el contexto social, económico y político produjo una creciente desigualdad social, exclusión y desvalorización del sentido colectivo, público, popular. (GENTILI, 2003). Son aquellas políticas neoliberales las que juegan en contra a la idea de un sistema educativo público, inclusivo, abierto y justo. 

Nos proponemos abrir el diálogo y pensar qué herramientas de cambio nos podría aportar la educación popular, en tanto - alternativas, experiencias – para pensar, indagar, analizar, complejizar y buscar propuestas de transformación del sistema escolar.

Creemos oportuno, en estas jornadas organizadas y autogestionadas por estudiantes, un espacio de reflexión colectiva, intercambios y problematizaciones acerca de nuestro presente- formación universitaria y nuestro cercano futuro- sistema educativo. 

“La educación popular, es una propuesta fundamentalmente de formación política. En el contexto actual, en que los movimientos populares sufrieron especialmente la ofensiva despolitizadora de la cultura neoliberal, tendiente a aislar sus prácticas en procesos locales, corporativos, reivindicativos, pero evitando que estos se articulen en proyectos políticos populares, anticapitalistas, antipatriarcales, con perspectiva antimperialista y socialista, la formación política de los movimientos pasa a ser una dimensión importante de su proyecto organizativo, tendiente a recrear el pensamiento crítico, y a la formación de hombres y mujeres nuevas, que debaten desde sus prácticas las diferentes interpretaciones del mundo que quieren transformar, en diálogo con distintos enfoques teóricos y saberes. (…)

Es por lo tanto una filosofía de la praxis, que hunde sus raíces en América Latina, y que asume también las diferentes dimensiones de las luchas contra la cultura capitalista, patriarcal, que pretende imponer la hegemonía burguesa, machista, homofóbica, racista, xenófoba, guerrerista”1



Eje 3: “Democracia en la construcción de la dinámica escolar.”


Al interior de la comisión organizadora de estas jornadas, se fueron dando diversos debates. Surgieron preguntas tales como: ¿Son las escuelas democráticas en su modo de organización? ¿Cómo se está implementando la nueva ley de centros de estudiantes en la provincia? ¿Cómo se están brindando las capacitaciones? ¿Pueden los docentes acompañar e impulsar la organización de los estudiantes? ¿Qué Estrategias se implementan para avanzar en la democratización de la cultura escolar de modo que permita construir una cultura más participativa, democrática e inclusiva en los establecimientos educacionales? ¿Estamos educando realmente sujetos que hagan uso de sus derechos y ejercicio de la libertad de forma responsable? ¿Existe entre los docentes y la conducción espacios de diálogo y respeto por las diferentes posturas?

Los términos “educación” y “democracia” develan realidades sustantivas para la construcción de nuestras sociedades, para nuestra supervivencia como humanidad y para hacer posible el buen vivir, la calidad de vida. Por lo mismo son términos complejos, polisémicos, que atañen a situaciones multidimensionales. Representan a la vez realidades y anhelos; diagnósticos y expresión de utopías. No en vano se han escrito y se seguirán escribiendo tratados, estudios, declaraciones y proclamas en torno a ellos. No en vano tampoco, este binomio nos convoca.

Teniendo en cuenta esto, es bueno tratar de delimitar la situación y la perspectiva desde la que nos acercamos a hablar de educación y democracia en esta ocasión. Por ello estas reflexiones, si bien se nutren de múltiples lecturas y análisis conceptuales, quieren poner énfasis, en esta ocasión, en algunas ideas que hemos ido descubriendo en el debate sobre nuestras prácticas políticas y sociales y en el continuo análisis de la realidad que nos desafía.

Primero es necesario señalar los sentidos que aquí enfatizaremos para las palabras democracia y educación y luego plasmar, discutir algunas líneas de acción que nos posibiliten construir y pensar la participación estudiantil y militante como una herramienta para generar continuos debates en este esfuerzo por hacer realidad el derecho a la educación de todxs y por construir ciudadanías activas y críticas.

Los aspectos referidos a los derechos van siendo progresivamente reconocidos en la cotidianeidad de la escuela, pero el territorio se vuelve más dilemático cuando se trata de reconocerles a los estudiantes un lugar como sujeto político que demanda y modela sus formas de participación. La posibilidad de generar espacios y condiciones para albergar la participación de los estudiantes o los modos de posicionarse frente a lo que irrumpe, lo inesperado, y darle un lugar productivo, son desafíos para la escuela. De manera similar lo analiza Jacques Rancière (2011) cuando entiende la política como el “conjunto de actos que efectúan una “propiedad” suplementaria, una propiedad biológica y antropológicamente incontrolable: la igualdad de los seres hablantes” Y recalca: “Una comunidad es política cuando autoriza formas de subjetivación de los no-contados” . En el fondo, de esto se trata, de generar formas de reconocimiento e inclusión de los no-contados. 

Tal vez, una opción para volver a pensar la participación y la ciudadanía como parte de la experiencia formativa sea un intento por restituir lo contingente y disruptivo de lo político; pero a la vez, como se trata del territorio de la escuela, será necesario buscar que ese terreno indecidible, emancipador y menos domesticado pueda ser un lugar de diálogo entre las generaciones y de mutuo reconocimiento. En ese sentido, la escuela debe procurar tramar o tejer una percepción colectiva, aun cuando lo individual prevalezca como primer reflejo. El hecho de reconocer la imposibilidad de erradicar la dimensión conflictual de la vida social, lejos de socavar el proyecto democrático, es la condición necesaria para comprender el desafío al cual se enfrenta la política democrática buscar que ese terreno indecidible, emancipador y menos domesticado pueda ser un lugar de diálogo entre las generaciones y de mutuo reconocimiento.


En el escenario de nuestro tiempo la escuela debe posicionarse en una apuesta por una formación ciudadana, para trascender el conocido camino de la formación cívica, incluyendo a los no contados y lo no contado o nuevo, con el fin de dar lugar, posibilitar, reconocer y formar en vínculos renovados; que abra interrogantes y ensaye experiencias colectivas sobre la definición de asuntos comunes.


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