Con
el objetivo de democratizar un poco la palabra, hemos subido algunos
textos de Literatura Infantil al Blog del Taller Literario Infantil
de Seguí. Esto nos parece importante ya que no circula Literatura
Infantil por la web, ni por nuestros mundos cotidianos por lo
general. Por eso cada texto es especialmente transcripto para ser
puesto a disposición en el blog.
Están
allí:
-El
pájaro más pequeño, de Gustavo Roldán.
-Espanta
y Pájaros, de Liliana Bodoc.
-Monigote
de arena, de Laura Devetach
-Poemas
de Elsa Bonermann, pertenecientes a El espejo distraído.
Kevin Jones
Estudiante seguiense de letras y militante social
Espanta y Pájaros - Liliana Bodoc
-¡Pobre Espanta!- le dijo un gorrión a una alondra-. Su tristeza es tan grande como cinco otoños, una plaga de langostas y un pan duro.
-Así de grande..., tienes mucha razón -contestó la alondra-. ¡Y el pobre no llora por evitar preocuparnos!
Pero la alondra estaba equivocada. ¡Claro que lloraba el Espanta! ¡Y lloraba a cántaros! Sólo que lo hacía cuando estaba lloviendo para que nadie se diera cuenta.
Una lechuza, vecina de árbol, descendió dos ramas para intervenir en la conversación.
-¿De quién están hablando? -preguntó.
-Del espanta más viejo de por aquí -respondió el gorrión.
-¿El que vive en el maizal, detrás de la loma?
-Ese mismo.
El caso es que los Espanta envejecen como cualquier ser viviente. Las tormentas debilitan sus esqueletos de madera, los fuertes vientos se van llevando, en hilachas de estopa, sus largas melenas. El granizo, cuando llega, les agujerea el sombrero. Y un poco, el corazón.
También, igual que todos los que estamos vivos, los Espanta sueñan. Y el Espanta que habitaba en el maizal, detrás de la loma, tenía su propio sueño. Un sueño sencillo para muchos; pero imposible para quien tiene los pies atrapados en la tierra.
-¿Imposible...? -dijo el gorrión-. ¡Cuando de sueños se trata esa palabra no tiene sentido!
Pero sin importar lo que el gorrión opinara, el sueño del viejo Espanta parecía realmente imposible. Porque el Espanta soñaba con ver el arroyo que atravesaba el arroyo muy cerca de allí.
-Cerca para quien tiene alas, patas, piernas o tentáculos -opinó la lechuza- Pero lejos, ¡muy lejos!, para quien tiene..., tiene... ¿qué tiene?
-Raíces - afirmó el gorrión.
Atado a la tierra, el Espanta escuchó durante muchos años el sonido del arroyo que pasaba. Más fuerte en verano, más suave en invierno. Más silbado en otoño, más desordenado en primavera...
No hay comentarios:
Publicar un comentario