I
El cuerpo es uno de los grandes negados de nuestro sistema de educación. Basta mirar tan solo el número de horas consagradas en el currículo de la educación pública a las materias intelectuales (prácticamente todas) en relación a las materias “corporales” donde por una extensión aprovechadora incluyo el arte, ya que en estricto rigor el arte debiéramos dejarlo de lado, y clasificarlo en lo que podríamos llamar una educación estética.
Así, vemos 5 horas de matemáticas, 5 horas de lenguaje, otras tantas de historia, su poco de inglés (dependiendo de la escuela), ciencias, tecnología y otras vainas. ¿Y la educación física? 2, con suerte 4 horas a la semana. Si tuviéramos que modelar el currículum con tres esferas básicas - la educación intelectual, la estética y la física - ¿a qué asemejaría un diagrama que expresara sus grados de importancia? El desequilibrio es evidente, por mucho que se quiera ocultar con “actividades extra programáticas” y otros engendros de calaña semejante.
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