Mariano
El Estado abandónico y predador tiembla como una hoja cuando toman la calle. Uno ruge y los otros cantan en sintonías paralelas. Y al canto que no se entiende se lo enmudece. Se lo vuelve charquito de sangre que después correrá en ríos por todas las venas de la tierra.
Mariano Ferreyra tenía 14 cuando abrió los brazos a los sueños. Cuando empezó a entender, caóticamente, que esa vereda por la que caminaba a tientas se podía transformar. El estado abandónico y predador tiembla como una hoja cuando un pibe enciende la rebeldía. A la edad en que la rebeldía asoma como un animalito tímido, cachorro patizambo. A la edad en que justamente se intenta imponer la imputabilidad, porque ese cuerpo inseguro, creciente, de vello incipiente en la barbilla infantil, maquinaria de sueños nuevos, es un peligro para una estructura social determinada y determinante.
Fueron los estudiantes franceses los que masivizaron la protesta contra la reforma al régimen previsional, tan lejanas las consecuencias en miradas en las que la vejez y la muerte no son posibles más que para los otros.
Voz Entrerriana-23/10-Leer
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