Eduardo Rosenzvaig en La Oruga sobre el pizarrón narra la vida y obra de Francisco Isauro Arancibia dejando lecciones imperecederas para este Bicentenario: “Los gobiernos no hacen más que llamar a jornadas, congresos, etc, dijo (Arancibia). “Es una campaña de ablandamiento”, esperan a que la gente se canse y que los defensores de la educación pública se enfríen (1)”.
En este Bicentenario las escuelas son galpones y la mayoría de los dirigentes sindicales de los docentes están congelados. El hielo oficial de la plutocracia es bien recibido en las copas de los sucesores de Arancibia.
En este Bicentenario digitalizado Arancibia vía Rosenzvaig nos sigue enseñando: “El dirigente continuó: así no se resuelve el problema educacional. Con sueldos miserables estos Congresos están de más… (1)”
Juan Carlos Cena aseveró el tres de mayo en Contrapuntos: “En todo esto hay una gran responsabilidad de los intelectuales (2)”. Y tiene razón: desde la Operación Claridad hasta “Un alumno, una computadora” los objetivos se parecen: atomizarnos, vaciarnos y someternos para que la democracia resulte una quimera que únicamente puede ser pensada y ejercida por una élite.
Argenpress-10/3-Leer
Millones de trabajadores europeos en el umbral de la pobreza
Tirso Fiorotto:
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