El 2 de Enero de 1865 cayó derrotada la defensa popular de Paysandú, que tuvo como referentes al oriental Leandro Gómez y al entrerriano Lucas Piriz. La ciudad fue atacada ferozmente y bombardeada por las fuerzas aliadas del colorado uruguayo Venancio Flores, de los unitarios mitristas argentinos y de los imperiales brasileños, como parte de la “Cruzada Libertadora” golpista y oligárquica de Flores contra el gobierno blanco de la Banda Oriental. Hacía unos 30 años que, por obra y gracia de los burgueses de BsAs, de Montevideo y de Brasil, y a pedido de sus socios y jefes británicos, la tierra oriental había pasado a ser un país aparte, el estado-tapón que el imperialismo necesitaba en Sudamérica. Pero más allá de las fronteras instituídas por las clases dominantes, las solidaridades populares y la hermandad subalterna litoraleña y latinoamericana seguía siendo muy fuerte: la buena relación entre nacionales blancos orientales y federalistas entrerrianos y argentinos es una muestra precisamente de ésto, como la relación de todos ellos con los combatientes paraguayos después, y viceversa.
La hermandad federal sudamericana de los años ´60 del Siglo XIX tal vez no tenía toda la fuerza revolucionaria y popular del artiguismo, pero tenía su misma raíz, y más allá del nuevo contexto, su potencia política, social y cultural era extraordinaria. En ésta memoria tenemos que afirmar nuestro futuro.
El ataque imperialista y oligárquico a Paysandú fue un anticipo de lo que se iba a venir: el ataque genocida “aliado” de las clases dominantes de la región y del capital británico contra el pueblo de Paraguay que, presidido por esa figura notable que fue el Mariscal Francisco Solano López no había dudado en atacar a los invasores brasileños y cruzar a Corrientes para tratar de sostener la trinchera latinoamericana de Paysandú y de la Banda Oriental.
La burguesía triple aliada –brasileña, uruguaya y argentina- encontró entonces la excusa perfecta para atacar al “peligro” político, económico, social y cultural revolucionario paraguayo.
La Defensa de Paysandú, la Guerra del Paraguay, la posterior sublevación popular entrerriana en el Arroyo Basualdo –a la que nos referiremos enseguida- son hechos históricos de la lucha de clases latinoamericana y global de esa época. La Defensa de Paysandú tal vez debería denominarse Defensa Sudamericana de Paysandú; la Guerra del Paraguay, Guerra Sudamericana del Paraguay o en el Paraguay; y la Sublevación en Basualdo como Día de la Dignidad Entrerriana o Día de la Identidad Latinoamericana-Sudamericana Entrerriana. Todas las trincheras y batallas en los campos y territorios de Nuestra América fueron y deben ser vistos como trincheras comunes de una lucha común. La emancipación y la justicia llegarán con la consciencia de lo común, la educación de lo común y en lo común, la acción colectiva del común y por lo común, y la creación heroica constituyente del nuevo derecho común federativo.
El 3 de Julio de 1865, unos meses después de Paysandú, la hermandad federal sudamericana subalterna se volvió a expresar en otro hecho histórico, extraordinario, uno de los más importantes de nuestra verdadera historia, injustamente y premeditadamente soslayado: las milicias populares entrerrianas convocadas por el Gral Urquiza una vez más a la lucha se enteran, en el Arroyo Basualdo, en Feliciano, en el Norte de Entre Ríos, que la orden era acompañar a las tropas mitristas porteñas a la Guerra contra el Paraguay. Un “No” rebelde y generalizado fue el anticipo del desbande y la sublevación: el 90% de la tropa rechazó y desobedeció políticamente esa línea hegemónica infame: de los que quedaron, muchos fueron llevados forzosamente y engrillados al combate fratricida. La resistencia federal jordanista se empezaba a expresar en Basualdo.
Heroica y ejemplar rebeldía entrerriana en tierra felicianera, Heroica Paysandú, Heroica Latinoamerica que resistió y resiste desde abajo como puede. Aquí se respiró y se respira lucha. Calle 13 lo ha resumido maravillosamente como nadie: no podrán comprar el viento, la lluvia, el calor, las nubes, nuestros colores, nuestras alegrías, nuestros dolores. No podrán comprar nuestra memoria histórica fraterna y revolucionaria, no podrán comprar –y cuidado- nuestro futuro.
Mauricio Castaldo
Entre Ríos, 2/1/2012
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