En diálogo con esta Agencia, Raya indicó que “en el encuentro de hoy tuvimos gente de todo el país que participó de un debate muy rico cuyo eje principal fue el de la necesidad de continuar bregando por mejores salarios, condiciones edilicias y por tanto, mejorar las condiciones educativas de acá a fin de año”.
Además, señaló que “analizamos el proyecto presentado en la Cámara de Diputados de la Nación, por la diputada Ana Luna de Marcos, quien propone elevar la inversión para educación, de un 6 por ciento del Producto Bruto Interno (PBI) – como es actualmente- al 8,5 por ciento.
Movimientos-estados-movimientos
Los debates que están generando los conflictos entre movimientos y gobiernos progresistas, de modo muy particular en Ecuador y Bolivia, ameritan algunas reflexiones que apunten a clarificar lo que está en juego, porque de algún modo esas tensiones involucran a todas las fuerzas antisistémicas. Lo que sucede estos días en ambos países es consecuencia de que allí coinciden movimientos que han mostrado potente energía anticapitalista con gobiernos que, por lo menos en las intenciones, buscan superar el estado de cosas heredado.
En la región sudamericana pueden detectarse dos grandes líneas de fuerza: las relaciones interestatales y las tensiones emancipatorias. Una y otra divergen y confluyen según las diversas coyunturas, los espacios y puntos de mira. Pero más allá de que ambas dinámicas tengan aspectos contradictorios, no puede abordarse la realidad regional sin incluir ambas, a riesgo de sesgar excesivamente el análisis.
Desde el punto de vista de los estados, y de las relaciones entre ellos, parece evidente que los cambios acaecidos en la última década son relevantes. Una parte importante de los países de la región cuenta con gobiernos que tomaron distancias del Consenso de Washington y de las políticas del imperio. En este punto deben incluirse dos matizaciones. La gama de grises es muy amplia, y va desde el gobierno de Cuba, enfrentado a Estados Unidos, hasta gobiernos que formulan críticas muy tenues al imperialismo, como los cuatro del Cono Sur que conforman el Mercosur. En el medio, hay situaciones como la de Venezuela, que viene manteniendo un enérgico contencioso con los sucesivos inquilinos de la Casa Blanca, pero tiene a la vez una fuerte dependencia comercial con ese país. En la situación actual, aun la más pequeña distancia hacia Estados Unidos juega un papel positivo, y así debe ser valorada.
I.- Momento del llamado principio-esperanza (Bloch):
Lo más elemental muchas veces se pierde de vista: No hay nuevo socialismo fuera del espacio de la revolución democrática permanente e instituyente, lo cual implica diferenciarla de cualquier fe supersticiosa en los límites constitucionales y en la forma-Estado, heredada por prácticas, representaciones y discursos de 200 años de colonialismo interno, modernización capitalista refleja, trunca y dependiente, de sub-cultura del petróleo, de Estado populista clientelar y prebendalista.
A algunos intelectuales, funcionarios y políticos les da escozor que se plantee el debate entre forma-Estado y forma-Comuna. El realismo de “sentido común”, el pragmatismo, el oportunismo, las viejas estadolatrías de aparato propias de la izquierda, sea socialdemócrata o estalinista, el hecho mismo que se viven las tensiones, conflictos y antagonismos de una posible transición post-capitalista, plantean que es “sensato” no debatir si el pensamiento crítico socialista puede seguir encadenado al imaginario de la forma-Estado:
“En efecto, cada uno de nosotros lleva interiorizada, como la fe del creyente, esa certeza de que la sociedad es para el Estado (…) no se puede concebir sociedad sin Estado”. (Pierre Clastres)...
Rebelión-17/7-Leer
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