El 29 de marzo, AIM publicó una información titulada: “Se regularizó la situación laboral de 496 agentes educativos” (ver nota relacionada). En concreto, el texto se refería a la regularización laboral de trabajadores que se desempeñaban como transitorios, y por resolución 0825 de Consejo General de Educación (CGE) pasaron a planta permanente.
En la oportunidad, la titular del CGE, Graciela Bar, aseguró que para tal fin se realizó “un exhaustivo análisis de cada una de las situaciones de revistas de más de 500 personas que podían cubrir las vacantes. Hicimos un concurso al igual que con los docentes, con la máxima rigurosidad”. La funcionaria calificó la jornada como “un día importante para el sistema educativo”, aunque admitió que se había enterado “que había personal designado hacia más de ocho años; tal vez los agentes ni sabían que no tenían estabilidad, nunca se les había dado un cargo de planta permanente”.
Un caso concreto
Sin embargo, esta situación parece no haberse aplicado de manera igualitaria para todos, ya que en el caso del director Departamental de Escuelas del departamento Tala, Andrés Honorio Casaretto, sus dos hijos pasaron a planta beneficiados por la resolución 0825 del CGE, a pesar de no haber rendido ningún concurso, constató AIM.
Se trata de Lucrecia Alejandra Casaretto, que quedará como personal administrativo en la Escuela numero 51 de Gobernador Maciá con categoría 10, y de Andrés Oscar Casaretto, quien brindará servicios en la dirección Departamental de Escuelas como Personal Obrero y Maestranza (con función de chofer), con un cargo que se creó ya que el joven no remplaza a nadie y la planilla, que observó AIM, dice: “destinado por resolución número 1605/08 CGE”.
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(Libro)
Nada mejor que la lectura de mis intervenciones sobre Malatesta en el encuentro anarquista de Nápoles, en diciembre de 2003, para entender cómo cada intención de justicar o condenar el concepto de violencia revolucionaria es, a priori, una batalla perdida. La violencia revolucionaria no necesita mis justicaciones y no puede ser vilipendiada por ningún tipo de condena, aún viniendo esta de las mismas las anarquistas.
A fin de cuentas, el pacismo también es un falso problema y no merece ser refutado recurriendo a demasiadas palabras.
Mi esfuerzo no tenía, ni tiene aquí, en esta sede, la intención de proporcionar justicaciones a la violencia revolucionaria. Solo quería, y quiero, proporcionar una contribución al pensamiento y a la actividad revolucionaria de Errico Malatesta.
Alfredo M. Bonanno
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