Síntesis de la ponencia presentada en el Congreso Sudamericano sobre los Derechos del Niño y el Adolescente, organizado por el Foro Parlamentario por la Infancia de la República Argentina.
Luz Giménez (*) - El Diario - 22/6
El ingreso universal al sistema educativo, esperando que la escuela cumpla la misión que tenía 50 años atrás, es una idea romántica que debemos revisar.
Los cambios socio-culturales y científico-tecnológicos, como así también las políticas socio-económicas de los últimos 40 años, han generado nuevas formas e identidades que nos interpelan.
Necesitamos volver a pensar la escuela y su función educadora, pero debemos también reflexionar sobre la responsabilidad social y del Estado para garantizar que la tarea educativa se dé en condiciones necesarias y suficientes.
Debemos trabajar para que las instituciones que se constituyen también en agentes educativos, como la familia, tomen conciencia de la necesidad de involucrarnos en sostener la idea de igualdad de posibilidades a través del derecho a la educación.
EL PAPEL DE LOS MEDIOS. Es importante señalar que unos de los cambios revolucionarios en los últimos años es el papel que los medios masivos de comunicación (incluyendo Internet) están cumpliendo como educadores.
La escuela está atravesada hoy por estos aspectos que se han ido acumulando y sedimentando (como verdaderas capas geológicas) a la vez que interactúan y condicionan la tarea propia de las instituciones escolares.
La desvalorización del conocimiento, la escuela vaciada del sentido de posibilidad de movilidad social, la tarea docente, las nuevas identidades juveniles, las Tecnologías de la Información y la Comunicación (T.I.C.), como factores principales pero no únicos, constituyen una institución estallada que necesita de búsquedas creativas para poder restituir a la escuela su verdadera misión.
Este panorama es realmente preocupante en los contextos de pobreza, y aun en escuelas destinadas a la educación de las masas populares. Las escuelas que atienden poblaciones con ingresos altos no sufren estas circunstancias del mismo modo; éstas continúan garantizando una formación de calidad que los ubicará en lugares preferenciales y de liderazgo.
Los 27 años de democracia siguen con la gran deuda de desplegar definitivamente y garantizar para las generaciones presentes y futuras el derecho social de la educación. Como igualdad de posibilidades y como formación de jóvenes capaces de ingresar a un mercado de trabajo que les permita acceder a una vida de calidad, y capaces de analizar una realidad cambiante que los moviliza constantemente.
NO ALCANZA. Implementar políticas sociales que faciliten el acceso a la escolaridad, no es suficiente. Debemos comprender que se debe ingresar a la escuela, transitarla y egresar, pero fundamentalmente se deben producir conocimientos; de lo contrario, sólo es una permanencia pasiva que se convierte en un espejismo para aliviar conciencias colectivas respecto de una enorme deuda social que lejos de saldarse se ha profundizado.
Nos debemos un análisis profundo, para alcanzar diagnósticos apropiados que nos conduzcan a acciones efectivas de corto, mediano y largo plazo, donde estén involucrados todos los actores sociales responsables de que estos cambios se produzcan.
(*) Profesora de Filosofía, Psicología y Pedagogía - Asesora Pedagógica.
Transportistas suspenden servicio a alumnos de la escuela Sueyro
AIM-22/6-Leer
Muchos jubilados perdieron hasta el 40% de su poder adquisitivo
La Nación-22/6-Leer
Luz Giménez (*) - El Diario - 22/6
El ingreso universal al sistema educativo, esperando que la escuela cumpla la misión que tenía 50 años atrás, es una idea romántica que debemos revisar.
Los cambios socio-culturales y científico-tecnológicos, como así también las políticas socio-económicas de los últimos 40 años, han generado nuevas formas e identidades que nos interpelan.
Necesitamos volver a pensar la escuela y su función educadora, pero debemos también reflexionar sobre la responsabilidad social y del Estado para garantizar que la tarea educativa se dé en condiciones necesarias y suficientes.
Debemos trabajar para que las instituciones que se constituyen también en agentes educativos, como la familia, tomen conciencia de la necesidad de involucrarnos en sostener la idea de igualdad de posibilidades a través del derecho a la educación.
EL PAPEL DE LOS MEDIOS. Es importante señalar que unos de los cambios revolucionarios en los últimos años es el papel que los medios masivos de comunicación (incluyendo Internet) están cumpliendo como educadores.
La escuela está atravesada hoy por estos aspectos que se han ido acumulando y sedimentando (como verdaderas capas geológicas) a la vez que interactúan y condicionan la tarea propia de las instituciones escolares.
La desvalorización del conocimiento, la escuela vaciada del sentido de posibilidad de movilidad social, la tarea docente, las nuevas identidades juveniles, las Tecnologías de la Información y la Comunicación (T.I.C.), como factores principales pero no únicos, constituyen una institución estallada que necesita de búsquedas creativas para poder restituir a la escuela su verdadera misión.
Este panorama es realmente preocupante en los contextos de pobreza, y aun en escuelas destinadas a la educación de las masas populares. Las escuelas que atienden poblaciones con ingresos altos no sufren estas circunstancias del mismo modo; éstas continúan garantizando una formación de calidad que los ubicará en lugares preferenciales y de liderazgo.
Los 27 años de democracia siguen con la gran deuda de desplegar definitivamente y garantizar para las generaciones presentes y futuras el derecho social de la educación. Como igualdad de posibilidades y como formación de jóvenes capaces de ingresar a un mercado de trabajo que les permita acceder a una vida de calidad, y capaces de analizar una realidad cambiante que los moviliza constantemente.
NO ALCANZA. Implementar políticas sociales que faciliten el acceso a la escolaridad, no es suficiente. Debemos comprender que se debe ingresar a la escuela, transitarla y egresar, pero fundamentalmente se deben producir conocimientos; de lo contrario, sólo es una permanencia pasiva que se convierte en un espejismo para aliviar conciencias colectivas respecto de una enorme deuda social que lejos de saldarse se ha profundizado.
Nos debemos un análisis profundo, para alcanzar diagnósticos apropiados que nos conduzcan a acciones efectivas de corto, mediano y largo plazo, donde estén involucrados todos los actores sociales responsables de que estos cambios se produzcan.
(*) Profesora de Filosofía, Psicología y Pedagogía - Asesora Pedagógica.
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