Cynthia Palacios
LA NACION
La exclusión y la desigualdad educativa provocan que miles de chicos no logren terminar el secundario y que otros tantos ni siquiera puedan comenzar el jardín de infantes.
Cuatro de cada diez adolescentes de los últimos tres años del secundario cursan en un año inferior al correspondiente a su edad o abandonaron los estudios. En el otro extremo, la mitad de los chicos de entre dos y cuatro años no están escolarizados en un jardín de infantes o en otros espacios educativos.
Los datos forman parte del informe del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia 2007-2008: Condiciones de Vida de la Niñez y Adolescencia, un programa de investigación del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina y la Fundación Arcor. Esta investigación se realizó en los más populosos centros urbanos: Gran Buenos Aires, Córdoba, Mendoza y Rosario, y busca medir el grado de cumplimiento de la Convención de los Derechos del Niño en las grandes ciudades del país.
La pobreza es una causa clave en este triste panorama. La inclusión temprana está muy relacionada con la estratificación socioeconómica de los hogares: mientras que un niño que pertenece al 25 por ciento más pobre tiene una propensión a no concurrir a un jardín infantil de un 68 por ciento, un par en el estrato el 25% más rico, registra una tendencia del 30%.
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