“¡Cuidado! vamos por allá, ¿no te das cuenta de que me mojo? No puedo esquivar nada”, le dijo Sol, desde la silla, a su compañera, que sin querer había pasado debajo de una gotera. “Tengo miedo de que me tirés, cuidado que la vereda está un poco rota”, decía preocupada Agustina. A Facundo, la venda en los ojos lo tenía intranquilo. “La gente nos mira raro. Esos chicos se nos rieron”, comentó un estudiante. “Vamos a mandar una carta a la Municipalidad para que mejore las veredas y construya rampas”, coincidieron. Todos tienen 14 años, son alumnos del colegio Nueva Concepción y durante una hora se pusieron en el lugar de los que no ven y de los que no pueden caminar. La experiencia, dicen, los conmovió.
La Gaceta de Tucumán-16/5-Leer
Actividad SXXI
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