En el texto que sigue presento una argumentación que lleva a concluir, por el uso y desarrollo posterior del concepto, en una toma de posición. Mi argumento central es la necesidad de la afirmación de una base teórico-epistemológica autóctona como precondición para el desarrollo, tanto de la producción técnico-científica propia como de las distintas formas de activismo político-social.
Reconozco por una parte que la institucionalización de las ciencias sociales y un nuevo paradigma –dentro de este sistema y régimen político de “democracia de mercado” y cuando mucho de democracia plebiscitaria- necesita de una relación de acomodación y estabilidad institucional para el Estado, siendo válido para nuestros países latino-americanos. Pero, cuando el grado de crítica, de señalamiento de problemáticas y la posibilidad de ejecución de soluciones apuntadas por las ciencias sociales se contrapone con los poderes de hecho constituidos -el orden post-colonial y la conciliación de las clases dominantes locales- es justo cuando la estabilidad institucional (que para ser estable necesita ser continua) se pone en riesgo.
Rebelión-13/8-Leer
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Con la wiphala, su “símbolo extranjero”
Las declaraciones del nuevo presidente del Comité Pro Santa Cruz, Luis Núñez, provocan sorpresa en cualquier ávido aficionado a la antropología. Aprovechando cualquier ocasión para demostrar que los pueblos originarios que habitan el territorio boliviano son en realidad “extranjeros” protagonistas de un “colonialismo interno”, él nos muestra las particulares lecturas que se pueden hacer de la Historia, vista de cabeza.
Luego de que el Gobierno del presidente Evo Morales decretará el reconocimiento de la wiphala como símbolo de la plurinacionalidad de Bolivia el pasado miércoles, varias voces se alzaron en reclamo de ese atentado contra el legado colonial que convierte a los habitantes de piel cobriza de este país en extranjeros de su propia tierra y de cuanta tierra exista.
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