Siete horas de discusión y muchos momentos tensos, terminaron con una declaración de buenas intenciones que trata de remendar lo que debe soldarse. La reunión de UNASUR en Bariloche, Argentina, dejó un sabor a horchata. Aún así, podemos resaltar algunos puntos importantes: la casi inmediata reunión de cancilleres y ministros de defensa, el compromiso de no amenazar la soberanía e integridad de ningún otro país y verificar la situación de las fronteras nacionales en toda la región para que, una próxima reunión cumbre, tome decisiones.
Pero nadie pudo ponerle el cascabel al gato y el gato se instaló nomás en sus bases: tres aéreas, dos navales y dos terrestres. Hubo un momento en que parecía roto el diálogo, pero finalmente se impuso el criterio mediador. Cristina Fernández precisaba llevar a buen término la reunión de la que era anfitriona. Lula quería dejar al o la futura gobernante del Brasil, un proyecto de unidad en marcha. La presidenta Bachelet no iba a tomar partido en sus complejas vísperas electorales. Alan García, preparado para arremeter contra nuestro presidente Evo Morales, prefirió dejar las cosas como estaban y terminó apoyando el texto conciliador. En fin, los que se batieron allí, fueron Evo Morales, Rafael Correa y Hugo Chávez, contra un Uribe acorralado pero firme en su papel de mejor aliado norteamericano.
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