Alcira Argumedo (INFOSUR)
La sociedad argentina requiere un modelo de universidad capaz de dar respuesta a los desafíos de un nuevo tiempo histórico. La Revolución Científico-Técnica impone al conocimiento como un recurso estratégico esencialmente democratizante, en tanto sólo adquiere todo su potencial si se distribuye en el conjunto de la sociedad y no es mero patrimonio de una elite.
En este marco, las universidades juegan un rol protagónico en la incorporación, creación, producción y distribución de conocimientos en su más alto nivel de calidad y en toda la gama de temáticas, como un patrimonio colectivo de la Nación.
La actual Universidad, fundada en principios neoliberales, muestra al menos dos limitaciones para desarrollar conocimiento cual genuino recurso estratégico de los argentinos. La primera es la degradación de su presupuesto y el grave deterioro de sus posibilidades; la segunda, el tipo de conocimiento y de investigación predominantes que aborda.
A instancias del Banco Mundial se promovió un sistema “taylorista” del saber universitario, fragmentado y parcial, orientado a la “hiperespecialización de los especialistas especializados”: una orientación en sentido contrario a las exigencias de nuestro tiempo, donde la clave es la capacidad de formular miradas integradoras, contextuales y relacionales. Aquello que Simón Rodríguez llamaba perspicacia espiritual; la capacidad de adaptación innovadora y creación requerida para la comprensión de procesos complejos.
Esto impone la necesidad de promover una profunda reforma académica con el fin de instrumentar nuevas modalidades de incorporación, transmisión y producción creativa de conocimientos. Debemos promover universidades de masas en las que prevalezca la innovación y la excelencia, como requisito indispensable para superar la falacia de que los conocimientos válidos son sólo aquellos que porta una elite iluminada: las vertientes más avanzadas de las Ciencias Cognitivas plantean que la jerarquía de los conocimientos dependen del contexto y, en tal sentido, adquieren su potencial cuando es posible articular los saberes técnico-académicos con los saberes o experiencias sociales y culturales diseminados en la sociedad.
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