sábado, 28 de julio de 2012

LA DESERCIÓN ESCOLAR PIDE A GRITOS UN CAMBIO POLÍTICO INTEGRAL



Alarmantes estadísticas difundidas por la UNESCO confirman y patentizan el grave problema de la deserción en nuestras escuelas secundarias. Entre un 40% y un 50% de nuestros jóvenes alumnos en Entre Ríos y Argentina no terminan la secundaria, lo cual muestra otras de las contradicciones y de los resultados injustos de las políticas aplicadas en los últimos años, y amerita un debate profundo y un cambio de dirección estructural urgente. Ni hablar si extendemos el análisis a la cantidad de jóvenes que pueden iniciar y a los que pueden finalizar estudios superiores y universitarios.

Los funcionarios ya no saben que discurso inventar para tratar de tapar una realidad que, como única verdad, los y nos desborda. Varios factores inciden lamentablemente en éste drama social, pero nadie puede negar que las desigualdades económicas y sociales estructurales, las necesidades y las malas políticas educativas, contradictorias, dependientes, dictadas como “reformas resignificantes” por el capital transnacional e impuestas por encima de acuerdos serios y democráticos con la docencia, han producido ésta lamentable situación que hay que enfrentar.

La deserción escolar, como expresión de la desigualdad social y de los fuertes índices de pobreza, pide a gritos un cambio político integral, es decir un cambio económico, social y cultural, con una real distribución de la riqueza, de la propiedad, del poder y de las oportunidades, y un cambio educativo y cultural, dónde se valore el trabajo de enseñar, la educación pública y la necesidad de estudiar, formarse, ser responsable, superarse y proyectar dignidad, autonomía y emancipación, en un contexto diferente, que hay que forjar entre todos.

La deserción marca que han fracasado las políticas de los gobiernos nacional y provincial, por no modificar en serio la matriz estructural de las desigualdades. Ha fracasado la entrega de la política educativa al BID, a las fundaciones empresariales y al capital concentrado. Ha fracasado la política educativa entendida como acción social periférica funcional a la continuidad del ajuste y la desigualdad. Ha fracasado la sobreestimación mediática de los alcances educativos y sociales de las nuevas tecnologías. Han fracasado los dobles discursos mediocres y contradictorios, y las patéticas operaciones de prensa oficiales. Ha fracasado la política de ataque a la escuela pública y a la docencia que lucha. Ha fracasado la política de desentenderse de las necesidades educativas y sociales de fondo y de favorecer la privatización, o semiprivatización, o de subsidio a la escuela privada. Ha fracasado la futbolización y mediatización de la política entendida como show de limitados y estrechos horizontes sólo electorales. Esto sólo ha generado más desigualdades y más exclusión.

Ha fracasado la demagogia de plantear la inclusión sin distribución real del trabajo, la riqueza, los derechos y los deberes de todos y para todos. Fracasa la política de promoción asistida y automática, porque los problemas económicos, sociales y culturales desbordan a la escuela pública, y los docentes y las escuelas solos, no podemos cambiar todo.

El mundo discute el descubrimiento del bosón de Higgs mientras nosotros discutimos el pase asistido y automático de 1er a 2do grado en medio de un tendal de desigualdad, exclusión, precariedad y deserción.

Los números y las realidades no son peores gracias a la resistencia docente y social. Necesitamos un debate democrático y una acción política urgente que genere trabajo y salarios dignos, especialmente para las familias de nuestros alumnos, becas -quién sabe porqué nos queda lejos discutir que las becas sean universales o que se universalicen las becas y que se paguen a futuro con parte del trabajo del becado/egresado-, mayor -mucho mayor, sin discursos y sin excusas- presupuesto para la educación pública, para más cargos, más infraestructura y más salarios que den más tranquilidad y respaldo al trabajo de enseñar, entre tantas otras cosas. Y necesitamos discutir políticamente un control a las especulaciones monopólicas con la inflación que desvaloriza salarios y dignidades y genera más pobreza y exclusión.

Necesitamos respeto al trabajo y la lucha docente, y mayor y real inversión en la educación pública como parte de un giro hacia un camino distinto. Nosotros lo venimos peleando desde hace tiempo y seguiremos adelante: tenemos que forjar mayores grados de concientización, de debate y de movilización. Tenemos que forjar redes fuertes de unidad de los que luchan, de poder popular, político, gremial, social, educativo y cultural que nos permitan, en el corto plazo, detener el drama político y social excluyente, conquistar nuestras reivindicaciones, y en el mediano y largo plazo avanzar con transformaciones estructurales.

Los trabajadores y el pueblo tienen éste desafío político y social interpelándolos angutiosamente en éste momento histórico. Sólo una mayor independencia política, construída en la unidad y la pluralidad de una sólida consciencia de clase nos permitirá conquistar los mayores grados de fuerza, de organización, de formación, de movilización y de acción transformadora que necesitamos.


Prof. Mauricio Castaldo
Sec.Gral. De AGMER María Grande y
Sec.DDHH de CTA Paraná
28/7/2012

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