Salió de lo oculto, de lo que estuvo callado por dos siglos, de la sangre mestiza de un Gualeguay de yaguareté y carpinchos, patrones de raíces y pajonales; de bandadas y manadas cimarronas. Un Zapata tenía para esta América su medida de fibra y determinación, su instinto puro libertario, su condición jamás humillada por la marca del dominio, sin otra condición que la del aire abierto a todos los rumbos. Y así se plantó en 1810 con su fuego espontáneo. De libertad se trataba la convocatoria, a su juego lo llamaron y él no se hizo esperar. Trazó una raya en la tierra, una frontera en el fogón de la estirpe para decirle al imperio de los «godos»: «hasta aquí llegaste y ni un tranco más». Artigas lo vio después, cuando ya la vincha estaba en la frente del gaucho entrerriano como un grito ceñido hasta el final de la sangre. Artigas lo entendió después, en pagos del Nogoyá, y su fuerza nos abarca desde entonces para sobrevivir al turbión de las derrotas que nos llevaron por encima durante dos siglos hasta acá. Desde diciembre de 1810 los entrerrianos supimos que la liberación de nuestros pueblos del yugo imperial y la recuperación soberana de la tierra es cuestión de vida o muerte. «En esta guerra / está en juego la suerte / de nuestra tierra», la copla recopilada por Claudio Martínez Payva es testigo de ese entonces. Lo que luego sucedió detuvo el claro galope que desencadenó desde el sur entrerriano Bartolomé Zapata y sus paisanos federales, ya conscientes de lo que estaba en vilo de ser o no ser: la Patria para todos. Por eso Artigas después alumbró su ideario, por eso Ramírez sintió el mismo ímpetu subterráneo de fundar soberanías, por eso emergió el pueblo íntegro con su denodada búsqueda de respeto y justicia. Por eso han dolido tanto estos doscientos años de libertad para los otros, de leyes para los otros, de bienestar y progreso para los otros; esos otros que siempre han sido unos pocos: unitarios en la detentación del dominio, impiadosos en la disputa hegemónica (Mitre contra el Chacho, etc. etc.) y serviles para toda entrega.
Revista El Tren Zonal - Editorial Febrero 2010
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