La verdad que es bastante triste observar a entrerrianos y orientales tan atentos a la televisión porteña e internacional y expectante ante un fallo que iba a dar un tribunal extranjero y lejano, en La Haya, Holanda.
Tanta historia federal junta silenciada y tapada por los estados al servicio del capital y de un tribunal imperial y formal. Tanto Mercosur y UNASUR al cuete, podría pensarse también. Por suerte, desde hace tiempo, la Asamblea Ambientalista de Gualeguaychú ya venía reafirmando que la lucha iba a continuar más allá de lo que resolviera el Tribunal de La Haya.
El Estado argentino, por boca de su presidenta y de sus funcionarios, salió rápidamente a decir que estaba satisfecho con el fallo -un fallo que dice que Uruguay violó un tratado y que no consultó a la Argentina, pero que Botnia no contamina-. El Estado uruguayo también se mostró satisfecho. Y es lógico, en el marco del capitalismo, ya alguien dijo hace muchos años, que en el fondo los Estados son juntas que administran los intereses de la burguesía.
Ninguno de los dos estados capitalistas periféricos sudamericanos quiere un debate ambientalista a fondo, porque ambos perderían ese debate. Y el lamentable e inaceptable nacionalismo y chauvinismo mediático y social se vió ahora atemperado con una hermandad progresista gubernamental que prometía “continuidad del diálogo” después de un fallo que seguramente conocían de antemano.
Uno de los desafíos de la asamblea seguramente será superar las nuevas trampas ideológicas, políticas, mediáticas, formales y legales que intentarán desplegar los dos gobiernos autoproclamados como progresistas. Cuanta más autonomía e independencia pueda desarrollar la asamblea con respecto a los partidos políticos, al Estado, al mercado y al capital, más potencia tendrá en su lucha en defensa de la vida y el territorio. En este sentido, y paralelamente a la lucha con el corte, tendría una enorme importancia articular fuerzas con organizaciones ambientalistas y sociales uruguayas como así también con organizaciones militantes europeas y alterglobales.
Las expectativas se seguirán frustrando si la apuesta en la lucha va a ser por los estados, los gobiernos y la legalidad formal instituída e interesada. Tal vez uno de los desafíos en esta nueva etapa sea repensar la acción popular directa conjunta y transfronteriza, y organizar escraches y sabotajes permanentes a los accionistas, socios y acreedores de Botnia.
Los progresistas de ambas orillas se han sincerado y quieren que los conflictos legales no perjudiquen los intereses del capital y del mercado. Ahora quieren imponer el discurso del “somos hermanos” (en-el-mercado) y está todo bien. Parece que en la macroregión de la histórica Liga Federal artiguista los discursos patrioteros y chauvinistas han fracasado, aunque no por eso dejen de seguir revoloteando. Pero los progres nos proponen salir del absurdo chauvinista para abrazarnos en la hermandad resignada e hipócrita del mercado. La trampa está lista.
Ni patrioterismos enfermizos y estrechos, ni hermandad mercantil hipócrita. Si en una gran familia no podemos discutir fraternal y frontalmente los problemas y las cosas que estén mal, entonces no hay verdadera familia. Y la familia, claro está, empieza por casa.
Artigas no dió todo para que demos espectáculo en la tele de BsAs y en La Haya.
Prof. Mauricio Castaldo
mauriciocastaldo@gmail.com
María Grande, 21/4/2010
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