“Ulises decidió que no podían triunfar como guerreros, pero podían
vencer como gusanos. Inventó su caballo. La historia lo recuerda
como el astuto. En realidad, un psicópata.”
(aforismo implicado)
“LA CORTE DETERMINO QUE URUGUAY VIOLO EL TRATADO, PERO DIJO QUE NO HABIA RAZONES PARA QUE BOTNIA NO SIGUIERA FUNCIONANDO UN FALLO PARA NO CONTAMINAR LA RELACION.
Como se esperaba, la Corte de La Haya dio un veredicto que no dejó ni vencedores ni vencidos. Tanto el gobierno de Argentina como el de Uruguay mostraron su conformidad.
En Gualeguaychú prometieron seguir con la protesta.
En un fallo dividido, en el que concedió a cada parte algo y también le negó otro tanto, la Corte Internacional de Justicia de La Haya consideró que Uruguay violó el Estatuto del Río Uruguay al permitir la instalación de la planta de Botnia de manera inconsulta, pero evaluó que aún no se pudo establecer que la pastera haya contaminado el río, por lo que no hay razones para que no siga funcionando. Conocida la sentencia, los gobiernos de Argentina y de Uruguay se consideraron satisfechos y apuntaron a una pronta normalización de la relación bilateral. Los vecinos de Gualeguaychú, que siguieron la lectura del fallo desde la ruta a través de una pantalla gigante, gritaron su disconformidad -algunos con lágrimas en los ojos- y prometieron continuar con su protesta, por la que mantienen cortado el puente internacional desde hace más de tres años”.
(Fernando Cibeira - Página/12 21-04-10)
Astuta la Corte. Pero no me hallo con La Haya. Para mí, no hay Corte que valga. O que “haiga”. Tanto tiempo de espera, parto jurídico prolongado, y nace una sentencia anencéfala. Sin cabeza, y con pie deforme. O sea: si los dos estás satisfechos, me refiero a los gobiernos, es porque los dos están insatisfechos, pero mejor no reconocerlo. Un gobierno frígido, otro gobierno impotente. La pareja ideal: “no soy yo, sos vos”. Lamento borincano y rioplatense donde todo nos une, y la contaminación no nos separa. El mecanismo de la Corte de No Haiga es el habitual de la cultura represora. Si y no. Si pero no. Má si…!!. Es decir: la simultaneidad de dos afirmaciones excluyentes. Resultante: bronca, parálisis, sonrisas cómplices, estupor, alivio, catarsis, flatos mentales, coitus mentalis interruptus. El consuelo no de los tontos, sino de los astutos. “No me entristezco del todo, porque el otro no puede alegrarse tanto”. Dos borrachos que se sostienen y piensa cada uno que el otro se cae si no lo tiene agarrado. La Ley, absoluta, soberana, inapelable, sostiene algo de la divinidad perdida. La Ley de la Corte de Manga que es la Palabra Sagrada de la Comunidad Internacional Civilizada. El Corte de la Ruta, la barbarie. ¡Cuidemos la civilización!. Alguna vez la política nacional se polarizó con “Braden o Perón”. Sostengo una polaridad necesaria: “La Corte o El Corte”. Desde ya, el coro estable de los niños y niñas cantores de Viena dirá: legalidad o muerte. Por el momento simbólica, o económica, o ambiental. Si los del Corte nos ponemos pesados, la democracia tiene otras opciones, aunque no se hace responsable del uso del ascensor habiendo escaleras para subir a los últimos pisos del estado de derecho. Como es habitual en la cultura represora, la cuestión de fondo no se plantea. Se soslaya. Astutamente. O, simultáneamente, se la plantea pero se la desestima.
APE-Argenpress-23/4-Leer
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La Nación-23/4-Leer
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