En el reino del modelo neoliberal la educación es mercantilizada por los gobiernos de turno.
Piensan en escuelas para “abanderados”, en escuelas “elitistas” donde sólo unos pocos podrían acceder.
Esto nos remite a una frase que tantas veces hemos escuchado y hemos leído en distintos documentos que emanan de los funcionarios correspondientes a los distintos ministerios nacionales y provinciales: “todos son iguales ante la ley y la educación permitirá mayor igualdad en la sociedad argentina”.
Sin embargo, la realidad entrerriana nos muestra a través de los rostros de nuestros gurises que la desigualdad y la exclusión vienen de la mano de un gobierno que se jacta –en cuanto discurso puede- de tomar los derechos humanos como bandera política.
Existen violencias que niegan, anulan, invisibilizan los derechos sociales de los más castigados por éste modelo. Los derechos también se ven vulnerados cuando diariamente la comida de los comedores, se transforma en un plato de humillación e indignación diaria porque las partidas escolares de $ 2 no alcanzan para la variedad de los alimentos que los chicos necesitan.
Esto es parte del “circo educativo”. Como también las condiciones en las cuales miles de maestros y alumnos se encuentran diariamente para tratar de enseñar y de aprender.
Los funcionarios que tienen la entrada asegurada al “circo educativo del bicentenario” tienen el lugar y el paisaje social que pretenden mostrar y que intentan se construya en el imaginario social de los ciudadanos argentinos. Carpa instalada a espaldas de las necesidades que tienen hoy las escuelas de la provincia, necesidades que también la sufren los alumnos que a ella concurren al igual que los trabajadores docentes y no docentes que trabajan en las escuelas entrerrianas.
Esta carpa instalada una semana antes de la apertura del circo cuesta más de 50$ mil pesos diario mantenerla. ¿Cuántos kilos de leche para los comedores se comprarían con este monto? ¿Cuántos kilos de comida? ¿Cuántas sillas y mesas o armarios para las escuelas desprovistas de todo? Decoraron la escuela normal como nunca antes. Cortinado aterciopelado, plantas que adornan el salón principal parecido más a una selva, ceras para pisos que los mismos no conocían. Todo para mostrar a quienes concurran una irrealidad insoportable a los ojos de la sociedad.
Seguramente si recorren las escuelas entrerrianas podrán observar que muchas de ellas no están pintadas, no tienen cortinas nuevas, ni plantas. Aunque seguramente encontrarán los yuyos autóctonos de cada pedazo de espacio verde que tienen las escuelas, o la ventilación natural porque no tienen vidrios las ventanas, o los lagos artificiales que después de las lluvias comienzan a formar parte de las mismas.
Esas son las postales que no muestran.
Como tampoco quieren ver qué es lo que sucede en las aulas que están superpobladas, o que no tienen bancos, ni sillas, o recursos pedagógicos porque con suerte sólo llegan tizas blancas.
Un párrafo aparte y nobleza obliga merece la CTERA. ¿También viene de la mano con los ministros a participar del circo? ¿Qué hace alli? ¿Se enteró Maldonado que hay provincias en conflicto todavía? ¿Se enteró Maldonado que la política educativa de Entre Ríos es improvisación permanente? ¿Qué hacemos en el mismo lodo todos manoseados? ¿A qué viene Maldonado?
Seguramente el porcentaje de niños en las escuelas ha aumentado. Esto ya forma parte de los nuevos discursos de nuestra presidenta. Pero los derechos no pueden vivenciarse a medias o en cuotas.
Todos los niños y jóvenes tienen el derecho a ingresar, permanecer y egresar del sistema educativo. Pero en condiciones dignas.
Nos constituimos como sujetos en función de nuestra relación con los otros. Nos pensamos, proyectamos y vamos construyendo nuestra “subjetividad” en múltiples escenarios.
Uno de los primeros lugares en donde cada uno de nosotros comienza este proceso de subjetivación, es la escuela. Es el primer lugar social fuera del circuito familiar en donde cada uno de los niños se enfrenta al mundo. La devastación subjetiva ocurre cuando los fracasos escolares, la exclusión, el etiquetamiento, la rotulación, la imposibilidad de constituirse como ciudadanos comienza a formar parte de la vida de los sujetos. Esto hace que se tornen cada vez más violentos. Cuando la imposibilidad y la impotencia de cambiar su realidad y la de su familia comienzan a jugar, cuando forma parte de su presente.
¿Qué les estamos ofreciendo a nuestros niños y jóvenes? En palabras de Bauman para éste sistema somos desechos y humanos.
El Estado se aleja de su responsabilidad cuando transfiere los “gastos” del sistema educativo a las cooperadoras, a los padres y a los maestros. No garantiza ni efectiviza el acceso real al sistema educativo.
Muchos son los que necesitan que los maestros no enseñemos. Pero se equivocan. Necesitan que el pueblo se quede sin palabras para nombrar, para ponerle un nombre al dolor, a la necesidad, a sus deseos o a sus sueños.
Desde nuestro lugar seguiremos peleando, desde abajo, para la transformación de nuestra sociedad.
Nuestra bandera seguirá siendo la que desde hace tantos años venimos pelando, “escuela pública siempre”. Escuela pública para todos los ciudadanos, para los de abajo, los del medio y los de arriba.
Nuestra revolución está en el aula cuando enseñamos y aprendemos, en la calle cuando enseñamos a luchar por nuestros derechos y nunca estará en ningún “circo educativo del bicentenario”.
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